Traduciendo los sentimientos

jueves, 26 de abril de 2012

LA HORA BRUJA

Cada noche antes de cenar pienso en acostarme temprano, leer un poco, escuchar un audio y disfrutar tendida sobre la cama mientras el sueño llega.
Después de cenar intento cumplir lo pensado y me acerco hasta el ordenador para apagarlo pero normalmente eso no ocurre porque cuando me acerco, los dedos se mueven impacientes, me apoyo de lado en la silla, sin sentarme, para quedarme sólo un momento, después tecleo y se abre una página, la miro detenidamente y hago el amago de escribir un título, trazo unas letras y las borro, escribo otras y las borro también. Descanso totalmente sobre la silla, mis piernas perfectamente colocadas bajo la mesa y mi espalda en la postura de una escribiente con conocimientos en mecanografía.
Las manecillas del reloj se precipitan hacia la noche pero yo no soy consciente de ello. 
Con el aroma cálido de manzanilla e hinojo y con un trocito de chocolate negro en la boca, pretendo entrar en la noche de puntillas y acomodarme en un lugar privilegiado desde donde contemplar las horas silenciosas.
Subida a un tejado he visto como los gatos, alertados por mi presencia, movían sus vibrisas en clave morse. Desde mi posición da vértigo su ir y venir estratégico y felino y sus ojos brillantes como las luces de un club de carretera. Se hacen la corte y sus maullidos se acercan más a un lamento que a la euforia provocada por el celo de aquella por la que se arañan y muerden.
Podría estar aquí toda la noche o aún mejor, podría colgarme de una estrella roja, aferrarme a los brazos de Perseo, el guerrero, el semidios, acurrucarme en la geometría azulada de Auriga o deslizarme por el cuerpo escarpado de Casiopea, todo para llegar hasta ti y reposar sobre tus párpados dormidos.
Envuelta en el misterio del universo e irradiando la luz absorbida en el viaje, tengo para regalarte, el sentimiento que me define y estos versos.

Mientras duermes te miro
y enredada en los espacios 
de nuestra historia
coloco uno a uno mis besos
sobre tu piel serena.

El mar nos mece y nos arropa
y amortiguando los impactos 
que la vida nos impone,
nos protege y nos eleva.

Aún no quiero dormir y
mientras escribo espero que
las estrellas me transporten,
en un segundo cósmico,
hasta tu lecho mullido y cálido.

Un gato maulla. Es medianoche
Sigo con los zapatos puestos,
y el júbilo de compartir los sueños
y entrelazar los besos.







martes, 24 de abril de 2012

BUENAS NOCHES TIERRA

Se enfadó el cursor y tengo que escribir de atrás para adelante, parece que está cansado porque no tengo en cuenta sus horas de descanso y lo exploto vilmente como se hace hoy en nombre de la crisis. Un ejemplo: aquella mujer que pidió dinero por hacer unas gestiones para que la niña trabajara: 
- Un dinero ya y cuando llegues al puesto, otro tanto... 
Como aquella otra mujer, que regentaba una cafetería y le dijo a la niña:
- Ven mañana que haces falta, trabajarás incansables horas, pero sólo te daré de alta por cuatro; tendrás dos para comer y un día a la semana, que no coincida con festivo, para descansar. Cobrarás mil euros al mes... no sé, niña, no me preguntes a cuanto sale la hora que bastante es que te doy trabajo. Ven mañana que a las siete empiezas poniendo tostadas. 
La niña diligentemente se levantó y con su carita maquillada se colocó tras la barra de la cafetería. 
-¿Otra chica?- proclamaban sin recato los clientes.
No se había acabado aún su jornada ( siete horas llevaba y debían ser doce) cuando la señora (si es que se merece ese trato) se acercó a ella y le dijo. 
-Ya te he probado y se como trabajas, toma, aquí tienes veinticinco euros que ya te llamaré si me haces falta.
La niña se quedó tan blanca y tan muda que cogió el dinero y se fue con el alma en los pies, pensando que por muy precario que fuera, al menos era trabajo.
¿Estás tú enfadada Tierra? de ver como el hombre ha invadido todos tus rincones y ha hecho esclavos hasta a sus propios congéneres? ¿ Es por eso que te agitas vomitando magma incandescente? ¿Es porque te duele que te rompes y esparces tus trozos en un suspiro huracanado? ¿Es que esto te apena tanto que lloras anegando pueblos enteros?
Ahora que es de noche y que casi todos duermen tal vez puedas detener el tiempo un momento, un momento eterno de reflexión sobre lo que estamos haciendo. Voy a cerrar los ojos y mientras el tiempo está parado pensaré qué puedo cambiar para que no vomites, ni llores, ni tires tus trozos al vacío. ¿Qué nos quedará si esto sigue ocurriendo?
Detén el tiempo y en consonancia con el universo haz que aflore nuestro lado bello, para ver si mañana los vocablos: esclavitud, explotación, aniquilación, engaño.. estén carentes de significado.

NUTRIRSE DE VIDA

Caminé por la arena sabiendo que el agua volvería sobre mis pasos arrastrando, con su impetu, la arena y rellenaría el hueco que dejaron mis pies. Aún sabiéndolo lo hice sin vacilar, poniendo toda mi energía en cada pisada. En algunos momentos me hundí hasta la rodilla y en otros, más que caminar, volaba. Recorrí una y otra vez el sendero para aprender y no errar el camino. Desandé lo recorrido cuando al avanzar me di cuenta de que no había reparado en la belleza de cada guijarro y cada concha aplanada por el tiempo. Sentada sobre la extensa alfombra de cuarzo con la vista en el horizonte, envuelta por el sol y la brisa, sentí en mi cuerpo la sensación que produce la felicidad de ser una criatura viva en un tiempo de bonanza.
Correlimos  

lunes, 23 de abril de 2012

LA PROFESORA DE FRANCÉS

Mi hermana me inició en la lengua francesa en las tardes de verano. A toda costa, ella como nadie, amante de su profesión quería enseñarnos, aunque sólo fuera, que había otras lenguas a parte de la nuestra y que al verlas escritas no podríamos entender, a menos que ella nos lo explicara, que su sonido no tuviera mucho que ver con lo que las silabas unidas nos inspiraban. ¡Qué bien nos vinieron aquellos primeros conocimientos!
Una vez metidos en faena pasaron varios profesores por nuestras afrancesadas horas: El melancólico Don Julián, con su barba descuidada. La profesora Rosa con su insolencia y sus bellos ojos, con la que leímos El Principito en versión original y con la que discutíamos en francés.
De la que mejores recuerdos tengo es de Mari Ángeles, una chica gallega que nos iluminó el curso y con la que lo aprendimos casi todo en la lengua vecina. Se sumó a su enseñanza el hecho de que le daba también clase a unos chicos que acabábamos de conocer en el Instituto Santa Eulalia. Cuando llegaron los días finales del curso, nos sentimos desolados al pensar que ya no la veríamos, como suele ocurrir con los docentes, le habían dado traslado. Para celebrar que nos habíamos conocido nos enseñó a hacer queimada  y charlamos y reímos como iguales. Prometimos no perder nunca el contacto pero como suele ocurrir, lo urgente no deja tiempo para lo importante.
Hoy, casualmente llegué a una página que la nombraba, me he puesto tan contenta y han venido a mi tantos recuerdos que he venido hasta aquí para expresarle mi agradecimiento más sincero, porque nos enseñó cultura y vida.

viernes, 20 de abril de 2012

PURA ENERGÍA

Estás dormido y aunque no lo recuerdes luego, sueñas. Tus pies se desplazan por la sábana que para ti se ha convertido en un gran campo de césped. Intentas correr hacia la portería contraria y lanzar tu bota con fuerza para que el balón supere todas las barreras.Ves que eres pequeño comparado con el resto de los jugadores. Tus delgaditas piernas quieren a fuerza de energía, igualar la potencia de los que ya han cumplido los veinte.
Eres pequeño y vital y tu cuerpo se mueve excitado. El viento agita tu pelo y las ganas de triunfar en esta tarde de domingo te hacen sonreír ampliamente. Aunque miras a todos lados no ves a nadie porque la música que marca el tiempo de descanso, te envuelve y te seduce tanto, que danzas interiormente con la canción que suena, en ella hay un giro inesperado y la melodía se convierte en un torbellino arrollador.
Tu corazón excitado quiere que la tarde se eternice, para no ir mañana al colegio, para jugar hasta la extenuación, para ver como el portero del equipo contrario se lanza inútilmente a la escuadra derecha engañado por tu pie que, ágil como tu mente, ha lanzado el balón a la esquina contraria. Lo has engañado, a él, que es titular y famoso. Es un gol brillante y se acercan para celebrarlo contigo, tienes que mirar hacia arriba para poder ver sus rostros, chocas con sus cuerpos que al lado del tuyo son inmensos. Estás jugando con los grandes y disfrutan al ver que eres un chico travieso, hábil e inteligente. Te elevan por el aire y excitado y feliz, pasas de unos brazos a otros.
Das un salto en la cama y abres los ojos risueño.

EL MÉDICO NO ME CURA


Se sentía desvalido ante la enfermedad y lloraba, no quería pero no pudo contener las lágrimas al sentirse mal y tapó su rostro con las manos. El sólo podía verme a medias, menos mal, porque sentí su dolor tan profundamente que lloré también. En su persona estaban representadas las personas mayores a las que quiero y como un relámpago sus caras suplantaban a la de aquel señor. Mi corazón se encogió al pensar que ante el dolor y la enfermedad nos hacemos tan pequeños que difícilmente podemos servir de ayuda. Quise levantarme y rodearle con mis brazos, sujetar su mano para transmitirle calor y mutar su rostro sin sangre en otro de piel risueña, quise decirle que todo pasaría enseguida, en cuanto el médico viniese...lo malo es que no sonarían creíbles mis palabras porque yo misma no creía que eso fuera a suceder.
Fue mi turno, sonó mi nombre alto y claro y en la sala cinco me atendió un médico serio, de pelo ondulado y gafas de montura oscura. Creo que era mayor que yo o a mi me lo pareció. Muy solemne preguntó qué me ocurría, después todo sucedió muy deprisa, escribió sobre las recetas con celeridad y firmó el parte con fecha  de entrada y salida. Si notó la inquietud en mis ojos, lo disimuló bien y ni se inmutó. Un analgésico, un antiinflamatorio no esteroideo y un protector de estómago.
¡No quiero pastillas que camuflen mi mal y me produzcan otro, quiero flores, por todos lados quiero flores!
El médico no lo entendió porque de eso no dice nada su código deontológico. Sin embargo, si habla sobre la obligación que tiene él con el paciente, de escucharlo, de contarle el diagnóstico, el pronóstico y las posibilidades terapéuticas de su enfermedad, y debe esforzarse en contárselo con palabras adecuadas.
El doctor que me atendió a mi no tuvo las palabras, ni adecuadas, ni tampoco inadecuadas. No era la expresividad su mejor aliada.
Con medio diagnóstico, ningún pronóstico y sin saber nada de las posibilidades terapéuticas me fui a casa, pero antes de llegar, me paré para comprar un ramillete de flores:
Harpagofito, arnica, hipérico y caléndula, para luego aderezarlas con una pizca de magnesio.


martes, 17 de abril de 2012

EL VEINTE POR CIENTO

Y no hablo de rebajas precisamente.
A veces, cuando vamos por la carretera vemos esas camionetas que transportan ganado, se sabe enseguida sobre todo por el olor que despiden, luego, al adelantarlas, miramos a los cerditos comprimidos en ese pequeño espacio, sus orejas sobresaliendo por la estructura del trailer, sus rabitos enroscados que perdieron el rosa en el último revolcón por su barro, ese en el que se criaron engordando felizmente. Hacinados y sin posibilidad de escapatoria, chocando sus patas ajamonadas con el hocico del compañero, qué más da que se estresen y que no tengan espacio, que más da si a los animales se les presupone inferiores...que más da aumentar el número al veinte por ciento, si total, van para el matadero.
Tengo treinta alumnos en la clase y ahora que estamos en recesión atacaron los presupuestos, en salud, en educación... que aumentara la ratio en las clases en un número equivalente al veinte por ciento, el veinte por ciento de treinta son... exactamente seis alumnos, lo que suman, treintaiseis...
- ¡A ver niños! ahora que estamos con las magnitudes fundamentales midamos el largo y el ancho de la clase.
- Pero maestra si nos levantamos todos no tenemos sitio para movernos.
- Ah! es cierto. Sal tú Mohamed y mide el largo, luego tu Evelyn, mide el ancho.
- ¡Maestra, maestra! ¿y con eso que hacemos maestra?
- Calla un poco y se paciente Pepe, todo a su tiempo.
- Cinco metros de largo, maestra.
- Apunta Mohamed.
- Cinco y medio de ancho.
- Apunta Evelyn. Juan, ven y multiplica.
- Veintisiete metros y medio.
- Metros cuadrados... Sal tú Jenny Marlenne.
- ¿Por qué yo maestra?
- Porque tu también estás matriculada en esta clase ¿no es cierto? Divide esa cantidad entre las personas que somos en la clase.
- ¿Cuántos somos ? ¿Cuántos somos?
- Contándome yo treinta y uno.
- Maestra, ofú, que cuenta más difícil, que salga otro... ¿saco dos decimales? ...Cero coma noventa y uno.
- ¿Esto para que lo hacemos maestra?
- Lo hacemos para saber cuanto espacio tenemos para cada uno, Rossana.
- Si estiro el brazo por aquí le doy en la cabeza a Mayra y si estiro el pie le doy una patada a Adrián.
- ¿Os parece poco espacio? pues iros acostumbrando que para el próximo curso estaréis aquí dentro un veinte por ciento más.
- ¿Y eso qué significa? ¿Cuánto es el veinte por ciento?
-¿ Has visto los camiones que transportan cerditos, Laura?
- Si maestra yo los he visto.
- Y yo.
_ y yo.
_ Pues eso significa que pronto estaremos en clase así, con nuestra pierna ajamonada sobre la cara del compañero.
...Risas en general, sólo Mohamed se queda pensativo y no es porque su religión le prohíba comer cerdo, es porque él ha sabido ver en mi rostro la preocupación por el devenir.


domingo, 15 de abril de 2012

SENTIMIENTO

Después de vendaval y la tormenta se quedó el cielo cuajado de pequeñas nubes de algodón, el cielo de rosa y gris tan precioso, como el sentimiento que me une a ti. Bésame la piel y susúrrame al oído tu respiración dormida.

jueves, 12 de abril de 2012

LA LLUVIA. LA VIDA.


Una gota de lluvia cayó en su pie descalzo. La sensación de vida recorrió su cuerpo en una décima de segundo. Su cerebro enredado en una escalera de caracol construida de pensamientos inquietos, se vio envuelto en la claridad más absoluta y en un sinfín de reacciones encadenadas provocó, de forma inconsciente, el movimiento rítmico de su cuerpo. Corrió por la orilla olvidando en el bolso, abandonado en la arena, el carnet de identidad.
Su pelo se fundió con las nubes y sus brazos dibujaron alas. Su cuerpo se tornó ingrávido y sus pies apenas rozaban el suelo.
La lluvia cesó pero el olor a tierra mojada que dejó colgado de la tarde, hizo brotar las flores dormidas.

Creedence - ¿Has visto caer la lluvia alguna vez?









martes, 10 de abril de 2012

PIENSA UN DESEO

Antes de irme a dormir, mostrar mi agradecimiento a todos los que me queréis, a todos los que cada día os acercáis a mi de diferentes formas, a través de las letras, de la música, de la voz, del pensamiento... a todos sin excepción GRACIAS, por acompañarme cada día.

MON COEUR S´OUVRE A TA VOIX

Mi corazón se abre a tu voz
como se abren las flores
a los besos de la aurora.
Pero ¡oh! amado mío
se secarán mejor mis lágrimas
si tu voz no deja de hablarme.
Dile a Dalila no te irás jamás
recuérdale mi ternura
los juramentos de antes
los juramentos en que la amé.
¡Ah! responde a mi ternura
embriágame.
Así como las espigas de trigo
se agitan bajo la brisa
así se estremece mi corazón
que sólo se consuela
con tu voz que tanto amo.
Es menos rápida la flecha hiriendo
de lo que lo es tu amada
cuando se trata de volar a tus brazos.
(Traducción libre)

http://www.youtube.com/watch?v=9piRiiZ0C4Q

LA MAMMA MORTA


Mataron a mi madre
en la puerta de mi cuarto;
Moría y me salvaba!
después, de madrugada
yo con Bersi vagaba,
cuando de pronto
un lívido brillo parpadeaba
e iluminaba delante de mí
la oscura calle!
¡Miro!
¡Ardía mi casa!
¡Y así quedé sola!
¡Y alrededor la nada!
¡Hambre y miseria!
¡La necesidad, el peligro!
Caí enferma,
y Bersi, buena y pura,
de su belleza hizo negocio,
¡un contrato por mí!
¡Llevo la amargura a todo el que me quiere bien!
¡Fue en aquel dolor
que a mi vino el amor!
Voz llena de armonía y dice:
"¡Sigue viviendo! ¡Yo soy la vida!
¡En mis ojos está tu cielo!
¡Tú no estás sola!
¡Tus lágrimas enjugo!
¡Estoy en tu camino y soy tu soporte!
¡Sonríe y espera! ¡Yo soy el amor!
¿Es todo lo demás sangre y fango?
¡Yo soy divino! ¡Yo soy el olvido!
Yo soy el Dios que baja al mundo
del empíreo, y hace de la tierra
¡un paraíso! ¡Ah!
Yo soy el amor, el amor, el amor"
Y el ángel se acerca, me besa,
¡y es el beso de la muerte!
Mi cuerpo es de moribunda.
Conque tómalo.
¡Yo soy ya una cosa muerta!

http://www.youtube.com/watch?v=xXzeEfH6PTk&feature=related

martes, 3 de abril de 2012

SIN EDAD

Sentada en una silla hacía sus labores de ganchillo, no le gustaba el sofá, le provocaba un malestar en la zona lumbar que le era desagradable por lo que prefería estar derechita en su silla que era muy confortable, nada que ver con las de otros tiempos.
A su lado, en un sofá de color verdoso, su marido miraba la televisión sin verla, pensaba en cosas que le hubiera gustado hacer y que no había hecho, a veces porque no se había sentido acompañado por ella, otras por su propia apatía o tal vez debido a esa sensación de incertidumbre que da lo desconocido. Lo que no sabía él, es que detrás de sus ojos concentrados en la labor, ella pensaba más o menos lo mismo.
Se habían acostumbrado de tal modo a convivir que ya no se preocupaban de decir las cosas en alto¡ para qué, si se entendían sin palabras!
 Qué bello fue darse cuenta la primera vez, que la complicidad les hacía pensar en las mismas cosas casi a la vez. Sin embargo, le dieron tanto espacio a lo sobreentendido que lo que había que entender realmente, se quedaba en el aire y ninguno de los dos se atrevió a romper, en su momento, esa complicidad para decir: ya se que sabes que te quiero pero, quiero decírtelo aunque lo sepas. ¿Será que sonaba muy redundante la frase? o ¿Será que la cotidianidad enfría las palabras hasta el punto que, congeladas, pierden el significado?
Se levantó el hombre, ella siguió sus pasos con el pensamiento, ni siquiera tenía que mirarlo para saber donde iba, era la hora de su paseo, ya lo estaba imaginando buscando los zapatos de lluvia y desde su posición delante de la labor le dijo en voz alta donde tenía que buscarlos, le recomendó de paso que cogiera un pañuelo limpio y se pusiera el jersey de algodón, que aunque era primavera las temperaturas habían descendido. Aunque no estaban en el mismo lugar, ella vio el gesto exasperado de él y él vio como ella le recriminaba sin abrir la boca, simplemente porque no agradecía que se preocupara por él y él lo único que quería era el poquito de espacio que nunca había tenido, primero porque tuvo que trabajar para sacar adelante el proyecto de vida en el que se habían embarcado y después porque cuando el proyecto de vida funcionaba se había dado cuenta de que había mil y una cosa que no compartía con su ella, porque tenían distintos puntos de vista y diferentes aficiones. No sabía él que ella estaba pensando lo mismo, un poco de espacio.
La conversación tejida con gestos y silencios cesó cuando el hombre tropezó con la pata trasera de la cama y cayó de bruces contra las losetas de color rojizo elegidas por ella, frías y duras como un tempano, a él le gustaba más la madera. Lanzó un grito ahogado al que siguió un gemido, ella se levantó de un salto, el ovillo rodó por el suelo llegando antes que la mujer al lugar donde él se encontraba tumbado y retorciéndose de dolor. Al contemplar ella su rostro sin sangre y dos lágrimas de dolor a punto de salir de sus varoniles ojos, agazapada a su lado lo besó repetidamente, hacia tanto tiempo que no lo besaba tanto que sus labios despertaron del letargo y aprovecharon el momento para hablar, para decir lo que hacia mucho no decían porque la complicidad, la fastidiosa complicidad se había hecho con un sitio privilegiado en sus vidas. Después de arrullarlo entre sus brazos, después de susurrarle palabras amorosas, después de comprobar que estaba bien, le ayudó a levantarse, pero antes, él la sorprendió diciéndole lo importante que era para él y cuánto la quería, se cuestionó qué haría sin ella y le dijo que era todo lo que un hombre puede desear.
Después del fortuito y bienvenido tropezón, no se quedaría tranquila si no le acompañaba hoy a dar su paseo. En el camino recuperaron algunas anécdotas divertidas, ella se sintió como si hubiera recuperado la belleza del día en que se besaron por primera vez. Él sintió que no todo estaba perdido porque siempre había estado acompañado por la persona que una vez eligió, la persona a la que amaba, con quién descubrió el significado de la palabra complicidad.

¿DE DÓNDE ERES?


Lucía un sol precioso. Con una margarita en el pelo y un sombrero de paja, caminaba de la mano del hombre de la boca de agua, atrochando por atajos, evitando el camino cotidiano. Se nutrieron de  luz, de brisa y de besos, se arrullaron con historias y caricias y caminando, caminando, llegaron a un espacio nuevo para sus ojos. Las gentes del lugar, considerándolos forasteros, no se atrevieron a preguntar enseguida qué hacían allí ocupando una parte de su mundo. Al cabo de los días, encaramados en su curiosidad lanzaron la pregunta que hace días se gestaba en sus mentes y se transparentaba en sus ojos, ávidos de novedades: ¿De dónde sois?
Del lugar que, silencioso, nos acoge y nos permite crecer, se les ocurrió contestar. Sin embargo, y por pura cortesía, de sus bocas salió el nombre de las ciudades donde se desarrollaron sus raíces, pensando que las sensaciones eran solo suyas y que lo simple del amor se transformaría en complejo desde el mismo momento en que intentaran explicarlo.
Después siguieron su camino, de la mano, sin saber si al día siguiente otro lugar de luz y brisa les estaba esperando