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miércoles, 9 de junio de 2010

Las profecías y los cuentos

ME preguntaba hoy si habrá alguna profecía, ya que tan de moda están, que defina la situación económica-política-social en la que nos encontramos. De haberla, seguro que no se acerca ni de lejos a la broma de mal gusto de la que estamos siendo víctimas, un complot entre ricos, políticos y sindicatos que se reparten la tarta que con paciencia el pueblo amasó y cocinó. Esto que ocurre hoy en el País me recuerda pero con el final al revés al cuento de la gallina Marcelina y el grano de trigo. ¿Lo sabéis? Voy a contaroslo pero antes tengo que explicaros a quién representa cada personaje: La gallina Marcelina en el papel estelar de: la clase trabajadora de esta sociedad que somos la mayoría y que tenemos que hacer más o menos esfuerzos para con nuestros sueldos, vivir y pagar todos los impuestos a los que estamos sometidos día tras día ( gasolina, iva, circulacion, vivienda y un largo etcetéra)
El pato en el papel de: el rico que vive como tal, encerándose las plumas para estar radiante y para poder huir del agua en caso de chaparrón, el rico, el potentado influyente, que manipula e interviene en las decisiones importantes a todos los niveles.
El gato representa a los sindicatos, ladino y desconfiado, que no se casa con nadie pero que ronronea gustoso ante una buena caricia o una buena tajada.
El perro no por fiel sino por vago, va a representar en nuestro cuento a la clase política que espera a estar en el gobierno para pegarse la buena vida y ladrar a todo aquel que ose tocar sus propiedades recién adquiridas. Bien pues aqui está el cuentecillo: Un día la gallinita roja, escarbando en la tierra de la granja, encontró un grano de trigo. Pensó que si lo sembraba crecería y después podría hacer pan para ella y todos sus amigos. -¿Quién me ayudará a sembrar el trigo? les preguntó.
-yo no dijo el pato.
-yo no, dijo el gato.
-yo no dijo el perro.
- Muy bien pues los sembraré yo, dijo la gallinita. Y así, Marcelina sembró sola su grano de trigo con mucho cuidado. Abrió un agujerito en la tierra y lo tapó. Pasó algún tiempo y al cabo el trigo creció y maduró, convirtiéndose en una bonita planta. -¿Quién me ayudará a segar el trigo? preguntó la gallinita roja.
-Yo no, dijo el pato.
-Yo no, dijo el gato.
-Yo no, dijo el perro.
-Muy bien, si no me queréis ayudar, lo segaré yo, exclamó Marcelina. Y la gallina, con mucho esfuerzo, segó ella sola el trigo. Tuvo que cortar con su piquito uno a uno todos los tallos. Cuando acabó, habló muy cansada a sus compañeros: -¿Quién me ayudará a trillar el trigo?
-Yo no, dijo el pato.
-Yo no, dijo el gato.
-Yo no, dijo el perro. -Muy bien, lo trillaré yo, dijo Marcelina.
Estaba muy enfadada con los otros animales, así que se puso ella sola a trillarlo. Lo trituró con paciencia hasta que consiguió separar el grano de la paja. Cuando acabó, volvió a preguntar: -¿Quién me ayudará a llevar el trigo al molino para convertirlo en harina?
-Yo no, dijo el pato.
-Yo no, dijo el gato.
-Yo no, dijo el perro.
-Muy bien, lo llevaré y lo amasaré yo, contestó Marcelina. Y con la harina hizo una hermosa y jugosa barra de pan. Cuando la tuvo terminada, muy tranquilamente preguntó: - Y ahora, ¿quién comerá la barra de pan? volvió a preguntar la gallinita roja. -¡Yo, yo! dijo el gato.
-¡Yo, yo! dijo el pato.
-¡Yo, yo! dijo el perro.
-¡Yo, yo! dijo el gato.
¡Pues NO os la comeréis ninguno de vosotros!
contestó Marcelina. Me la comeré yo, con todos mis hijos. Y así lo hizo. Llamó a sus pollitos y la compartió con ellos.
Lo más triste de nuestra historia real, como os decía antes, es que el final está cambiado con respecto a este ilustrativo cuento así que siguiendo con nuestro pequeño teatrito, ocurrió que después de que Marcelina hubiera hecho el pan, pudo ver con una expresión de asombro y con lágrimas en sus ojos, que ellos abusando de su fuerza y su poder, se llevaron todo el pan y dejaron a Marcelina y a sus hijos con la boca abierta. Cuando en la tarde se lo contó a los amigos, trabajadores como ella, con los que compartía algunos ratos, estos le dijeron que era necesario tomar una determinación porque cada día que pasaba las decisiones por parte del perro, el pato y en las sombras el gato, estaban perjudicando de una forma más notable a los habitantes. Hablaron durante largo rato, sobre lo mal que estaba todo y sobre las medidas que podían tomar al respecto. De pronto alguien miró el reloj y dijo en voz alta : el partido de fútbol está a punto de empezar. Como por arte de magia, la calle se quedó vacía y las luces de las casas se encendieron todas a la vez, como si de una iluminación de feria se tratara. El Pato, el Gato y el Perro, también veían el partido, pero en directo, en el campo.Ni siquiera se comieron el pan que había preparado la gallinita, para ellos eso era una insignificancia.