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miércoles, 25 de diciembre de 2013

DÍAS DISTINTOS Y EL MISMO AMOR

Llueve. Hace mucho que no llovía. Las luces del árbol de Navidad titilan entusiasmadas en sus cinco modalidades. La estufa es la reina de la tarde. Tú pones la música y yo el movimiento.
Estás aquí.
Fuera no se escucha nada. El campo se regocija y celebra su Navidad bebiendo del agua que le regala el cielo, bebe, se embriaga y la atesora en lo más recóndito para que no le falte los próximos días.
Como yo, de tu boca.
En estos días no miraré las hojas del calendario, tal vez así el tiempo se detenga y puedan las raíces recoger la vida contenida en cada gota. Tal vez así, los frutos de nuestras bocas florezcan antes de primavera.

miércoles, 18 de diciembre de 2013

AHORA VUELVO

CERRADO POR BALANCE NEURONAL.
 PERDONEN LAS MOLESTIAS.

lunes, 9 de diciembre de 2013

AHORA

Tómame de la mano como cada noche y mírame tiernamente, no digas nada, no hace falta. Tu sabes decirme cuánto me quieres aunque no se abran tus labios, aunque tus ojos estén fijos en ese punto infinito donde nuestros pensamientos se entrelazan.

ALMA PELIRROJA

Apareció por Navidad y se adueñó de su cuerpo exhausto, una tos pertinaz que quebró su sonrisa y anuló sus pulmones. Su corazón intrépido  compitió en una carrera de obstáculos y perdió.
No hubo pavo y de las panderetas, apenas se oyeron los platillos cuando chocaron entre sí, al dejarlas unas manos temblorosas, escondidas en un armario.
Caía la tarde cuando se hizo el silencio. La tos cedió y al fin pudo desanudar su trenza, la hermosa cabellera caía sobre sus hombros rosados,  sembrados de pequeñas pecas, los mismos que durante un tiempo infinito tuvo cubiertos de vasta tela marrón. La que un día prometiera ponerse si la guerra le devolvía a los suyos íntegros de corazón y mente.
Pudo también desterrar sus gafas y proclamar, como una adolescente, la belleza de su mirada gris e intensa.
A su familia, su muerte no le pareció ninguna broma a pesar de acontecer el día de los Santos Inocentes, sin embargo, ella parecía reír, inerte sobre su cama,  inmune ya al dolor y a los desatinos terrenales.

 En el mismo entorno donde lloraban su ausencia, sobrevoló jovial sus cabezas y limpió las lágrimas con el suave manto pelirrojo.