Hoy la niebla no estaba en la atmósfera, eran mis ojos lo que transpiraban y me impedían ver más allá.
¡Qué ciega y qué tonta!
Cuando se cerró a puerta tras de mi, la casa, silenciosa, me recordó que acababa de perder la oportunidad de sonreírte.
Me arrepentí de haber desperdiciado la tarde, el tiempo no espera.
¡Qué ciega y qué tonta!
Cuando se cerró a puerta tras de mi, la casa, silenciosa, me recordó que acababa de perder la oportunidad de sonreírte.
Me arrepentí de haber desperdiciado la tarde, el tiempo no espera.