Ahora que lo estoy pensando... no sé si el cielo estará tan luminoso como desearíamos, mira que aquí en la ciudad todo el esplendor del universo se pierde, ya te lo decía cuando te contaba aquella historia de la mujer que balanceaba sus piernas cruzadas, a ritmo de una pieza de jazz inexistente.
Se me ocurre una idea mejor ¡dejemos el libro! deléitame con tu voz armoniosa y sensual, cuéntame en voz baja una historia del pasado, un misterio... ¡lo que quieras! Ocuparé el hueco que me ofreces entre tu pecho y tu brazo derecho, en silencio, con los ojos muy abiertos esperando el desenlace. Bésame en las comas, abrázame en los puntos y a parte. Deténte un momento ahí, justo ahí donde se descubre la trama, para que la piel se adueñe de la vibración que tu voz entusiasmada me transmite envolviéndome en el misterio, no el de la historia que relatas sino en éste de que estando colgados de la luna hayamos alcanzado la plenitud en medio de la noche universal.
Se me eriza la piel. Bellas palabras...
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