No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes pero los ojos de mi corazón lloran ante la nostalgia o la desdicha, lloran con la emoción de un bello sentimiento, lloran y se deshacen de sus lágrimas a través de las ventanas que, simétricamente, se abren al mundo en mi rostro. También sonríen, claro.
No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes pero cuando escucho la voz de mis hijos y sin necesidad de verlos, los ojos del corazón me alertan sobre sus estados de ánimo y desprenden chispas cuando ellos se mueven alegres y se encogen si están tristes.
No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes pero los ojos de mi corazón no entienden de edades y no distinguen entre la tersura o las arrugas de la piel, porque su mirada va de corazón a corazón atravesando distancias insalvables.
No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes pero aquí, en esta casa alejada de lo que siempre fue mi vida, los ojos de mi corazón contemplan la imagen de aquel a quién amo, envuelto entre sábanas y sueños comunicando a mi piel un arrebatador torbellino de sensaciones.
Es ya muy tarde, la hora de la vuelta a casa de Cenicienta, la hora de las brujas, la hora mágica y yo... ustedes pueden irse a dormir. Yo, me quedo... con los ojos del corazón alerta.
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