Cada gota que salpica mi cuerpo es una caricia que tu boca pronuncia sobre mi piel. Juego con la arena deslizando mis dedos sobre la huella de tu pie y me dejo envolver por su calor. Hazme cosquillas en las plantas y lléname de risas espumosas.
Bésame incansablemente y rodéame con tus brazos curtidos.
Elévame sobre tu cuerpo tendido y méceme luego al compás del sonido apacible de la tarde mediterránea.
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