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martes, 13 de diciembre de 2011

COLIBRÍ

Un fado abrevió la lágrima que remolona llevaba horas acomodada en su iris. Ni la secuencia más cómica del día pudo detener ya la gota híbrida que animada por la gravedad, fue a estrellarse en el centro del plato expandiéndose en una onda sobre la sopa intacta.
Una sola lágrima fue suficiente para enjuagar sus ojos y hacerla consciente entonces de que a través del visillo, el cielo le proponía un trato luminoso y azulado.
Abrió de par en par la ventana y se envolvió en la brisa del otoño, algunos pétalos coloridos volaron prendiéndose en la lana de su jersey de avellana. Respiró hondamente y sintió como su corazón recuperaba, poco a poco, la cadencia del latido.

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