La primavera llegó con frío y nieve pero también con amor. Una voz cálida como la franela llegó a mi corazón en la tarde. Su risa, tímida y franca atravesó todos los hilos de la telefonía esquivando cada turbulencia y cada ausencia de cobertura. Él ama tanto los lápices, se aferra a ellos con tanta pasión que sus dedos tal vez terminen siendo una prolongación del grafito afilado de su punta. Nadie como sus lápices le conoce, porque a ellos cuenta todas sus emociones y éstos, cómplices silenciosos, trazan con precisión las líneas que su corazón va dictando.
No hace falta que tus duendes toquen cascabeles y tambores para despertarme porque un leve movimiento de tu chupete, me indicará que estás despierto y me necesitas.
Es indeleble la tinta con que dibujamos nuestro plano vital, el que nos une, porque con tus manitas gordezuelas entre las mías construiste un hilo de sentimientos irrompible. Ni aunque fuera invierno... no habrá vendaval, ni tormenta de nieve que pueda helar la calidez de este beso.
Decía que estaba ordenando mis favoritos y me he dado una vuelta por aquí. Muy bonito todo, sigue escribiendo y no te sientas muy sola. Besos
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