Todos los días se levantaba pensando que sería el primer día de su vida, el mejor, el de las nuevas expectativas. Todos los días se acostaba pensando que había estado muy bien pero que el día siguiente sería aún mejor.
Esa era la diferencia y aunque no lo expresaran en alta voz, el gesto lo decía todo de ellas.
Todos los días se acostaba pensando que quizá la mañana siguiente encontrara los dos rostros iguales, relajados y sonrientes, sería la señal de que una de ellas, por fin, había comprendido que tenía que poner de su parte para cargar de ilusión los días.
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