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miércoles, 12 de septiembre de 2012

DESDE LA DISTANCIA

Dentro de mi tiempo de felicidad, durante algunos segundos siento nostalgia. La calle llena de naranjos se ensancha y da paso a una plaza. Allí estáis jugando, ajenos al dolor, a salvo de las incertidumbres. Jugáis y vuestro gesto es tan puro aún, que puedo sentir vuestra sed en mi garganta. Regresamos a casa y después de desprendernos de las sandalias cubiertas de albero desfilan los vasos sobre los que os lanzáis atropelladamente. Vuestros labios infantiles, jugosos y rosados esbozan una sonrisa de satisfacción. Os persigo para atraparos entre mis brazos, para bailar al ritmo de la música, para cubrir vuestro rostro de besos. Os zafais cuando suena el teléfono, cómplice inerte de vuestras travesuras.
En este tiempo de paz interior, durante algunos segundos me inquieta pensar que vuestro gesto no exprese  que tenéis sed, o a lo peor, que yo no sepa verlo.

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