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martes, 20 de noviembre de 2012

CONTIGO, CON SUEÑO

Me despertó un crujido seco. Pensé que era la cama y me desvelé, no fuera a romperse ahora. Me moví hacía un lado y otro y el sonido no volvió. Cuando me iba quedando dormida de nuevo, escuché muy quedo el crujido. Supe entonces que no era la madera sino mi corazón que se estremecía de ausencia.
Ignorando su lamento me acosté en tu lado de la cama y me invadió el sueño de la despreocupación, ese que hace tan feliz y es tan cálido.
Hubiese querido que el despertador fuera nuestro aliado y por un día enmudeciera.

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