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jueves, 15 de noviembre de 2012

ROMPIENDO MOLDES

No hace tanto tiempo, sólo era 1962 cuando la censura llegaba a la música y al baile. Después del rock, desmelenados los jóvenes y los no tanto, moviendo sus brazos al más puro estilo de alguna Fender de calidad pasaban las tardes en garajes o sótanos intentando cuajar un grupo que les sacara de la pobreza.
Después, cuando más descuidados estaban llegó el Twist y ahí se le rompieron todos los esquemas a los censores españoles. He escuchado recientemente de una persona documentada que la música de Twist estaba prohibida en la radio, que no la venta en discos. Se trataba de que si querías comprar el disco nadie te lo impediría, en tu casa el censor era tu padre.
 Lo que no era permisible bajo ningún concepto es que la radio nacional, se hiciera eco de semejante ritmo que atentaba contra el sentido del decoro y a decir de algunos médicos, podía traer consecuencias nefastas para la salud de los bailarines. Así mismo muchas personas tachadas de cultas y respetables, lo consideraban inapropiado e incluso en algunos países extranjeros  condenaron esta forma de bailar.
Claro, no es de extrañar cuando a esas mentes tan retorcidas llegan las siguientes instrucciones:
El twist se ejecuta con los pies quietos, moviendo principalmente la cadera y el pecho ¡Qué escándalo, qué perversión!
No conozco una actividad más liberadora y que me haga sentir mejor que un buen movimiento de cuerpo al ritmo de la música: Twist. Rock. Samba o al estilo libre que es el más creativo.
No conozco ningún brebaje simple o combinado que produzca una sensación de euforia tan especial como el baile, cuanto más te  muevas, más endorfinas se liberan y más felicidad rebosas.
No hay duda de que el mejor remedio para combatir la melancolía de las tardes grises y aciagas es bailando, ni siquiera hace falta compañía. Twist o rock, libre o con estilo, el resultado es inequívoco, cara de felicidad y relajación absoluta.
¡Qué suerte que nadie coarte la capacidad de movimiento y el arte que desprenden los cuerpos que se dejan mecer por la música! ¡Qué suerte vivir danzando!

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