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domingo, 23 de febrero de 2014
jueves, 20 de febrero de 2014
INVERTEBRADO Y FILÓSOFO
El caracol miró el reloj, desafiándolo. El reloj hizo girar sus agujas vertiginosamente con la excusa de que se estaba ajustando al tiempo.
El caracol, sin perder la calma se arrastró dejando un hilo de baba brillante y pegajosa como testimonio de su paso por la tierra, luego de un salto impensable para un molusco, arrancó de cuajo sus manecillas.
-¿Qué harás con ellas? le dijo una chica que pasaba por allí y había contemplado el espectáculo con asombro.
Las utilizaré como flechas contra ese reloj que se empeña en recordar que existe el tiempo.
- Ah ¿pero es que no existe? dijo la chica incrédula.
-¿Es que no has aprendido nada en tus años de estudiante? le dijo el caracol con cierta acidez en sus palabras.
-Aprendí que tú eres un molusco que arrastra su estómago. Un invertebrado, poca cosa.
Se lo dijo con despecho, como venganza por haberla llamado, indirectamente, ignorante.
Seré un molusco y por ende un invertebrado pero ambos hemos recorrido el camino de la evolución así que algo en común tendremos y te diré que saliendo de este Universo, el tiempo es como la gomilla que sujeta tu pelo, elástico. Fuera de este Universo en el que yo soy un invertebrado y tú una engreída, el tiempo no es, no sucede, no existe, así que me vas a perdonar pero tengo algo que hacer.
Tensando sus tentáculos como si de un arco se tratará, disparó las manecillas al aire, primero la pequeña y luego la grande.
-Ahora son las tres en punto- dijo la chica riendo, hora de comer.
El caracol, sin perder la calma se arrastró dejando un hilo de baba brillante y pegajosa como testimonio de su paso por la tierra, luego de un salto impensable para un molusco, arrancó de cuajo sus manecillas.
-¿Qué harás con ellas? le dijo una chica que pasaba por allí y había contemplado el espectáculo con asombro.
Las utilizaré como flechas contra ese reloj que se empeña en recordar que existe el tiempo.
- Ah ¿pero es que no existe? dijo la chica incrédula.
-¿Es que no has aprendido nada en tus años de estudiante? le dijo el caracol con cierta acidez en sus palabras.
-Aprendí que tú eres un molusco que arrastra su estómago. Un invertebrado, poca cosa.
Se lo dijo con despecho, como venganza por haberla llamado, indirectamente, ignorante.
Seré un molusco y por ende un invertebrado pero ambos hemos recorrido el camino de la evolución así que algo en común tendremos y te diré que saliendo de este Universo, el tiempo es como la gomilla que sujeta tu pelo, elástico. Fuera de este Universo en el que yo soy un invertebrado y tú una engreída, el tiempo no es, no sucede, no existe, así que me vas a perdonar pero tengo algo que hacer.
Tensando sus tentáculos como si de un arco se tratará, disparó las manecillas al aire, primero la pequeña y luego la grande.
-Ahora son las tres en punto- dijo la chica riendo, hora de comer.
miércoles, 12 de febrero de 2014
YO SOLO PREGUNTO
¿Te ha pasado alguna vez que quisieras ser como una fuente cristalina de la que broten las palabras hiladas y que una tras otra compongan una melodía audible e inteligible para la persona para la que las emites?
¿Te ha pasado alguna vez que no quieres decir nada y, sin embargo, las palabras brotan como si de una fuente cristalina se tratara, hiladas y con sentido?
¿Te ha ocurrido a veces que todos los pensamientos se arremolinan en torno a un nexo común y no eres capaz de ver el principio ni el cabo de la maraña?
¿Te ha ocurrido a veces que un solo pensamiento sirve para esclarecer la mente y la maraña no tiene permiso para quedarse?
¿Te ha ocurrido alguna vez que te miran como si vivieras un misterio, una fantasía que has tramado de forma elaborada desentrañando con inteligencia la maraña de pensamientos?
¿Te ha ocurrido alguna vez que te sientes tan pleno y feliz que pareciera una fantasía y que alguien cree que la tejiste para parecer misterioso?
¿ Te ha sucedido que a veces quieres escribir todo lo que sientes y a veces quieres sentir lo que escribes?
Ojala te suceda esto:
Una vez tecleé una historia, una clásica, con castillo y príncipe. Nada ostentosa, todo amor, solo amor. Luego salí a la calle y por muy raro que parezca lo vi. Al príncipe primero. Lo supe enseguida, aunque llevaba traje de faena. Él no se dio cuenta pero yo acerté a ver una llave, de las que abren castillos, colgada del cinturón de su traje azulado.
Lo quise desde el minuto uno. Lo quise más que la princesa quería al príncipe
de mi cuento.
¿Te ha ocurrido alguna vez que aquello que dicen que no existe se presenta ante tus ojos un día y te sorprende libre y despierta?
Ojalá te ocurra pronto.
Es inexplicable la sensación al abrir los ojos y sentirte muy afortunada. Tendría que ser una fuente cristalina y que mis palabras, brotando hiladas, compusieran una melodía que fuese audible e inteligible.
¿Te ha pasado alguna vez que no quieres decir nada y, sin embargo, las palabras brotan como si de una fuente cristalina se tratara, hiladas y con sentido?
¿Te ha ocurrido a veces que todos los pensamientos se arremolinan en torno a un nexo común y no eres capaz de ver el principio ni el cabo de la maraña?
¿Te ha ocurrido a veces que un solo pensamiento sirve para esclarecer la mente y la maraña no tiene permiso para quedarse?
¿Te ha ocurrido alguna vez que te miran como si vivieras un misterio, una fantasía que has tramado de forma elaborada desentrañando con inteligencia la maraña de pensamientos?
¿Te ha ocurrido alguna vez que te sientes tan pleno y feliz que pareciera una fantasía y que alguien cree que la tejiste para parecer misterioso?
¿ Te ha sucedido que a veces quieres escribir todo lo que sientes y a veces quieres sentir lo que escribes?
Ojala te suceda esto:
Una vez tecleé una historia, una clásica, con castillo y príncipe. Nada ostentosa, todo amor, solo amor. Luego salí a la calle y por muy raro que parezca lo vi. Al príncipe primero. Lo supe enseguida, aunque llevaba traje de faena. Él no se dio cuenta pero yo acerté a ver una llave, de las que abren castillos, colgada del cinturón de su traje azulado.
Lo quise desde el minuto uno. Lo quise más que la princesa quería al príncipe
de mi cuento.
¿Te ha ocurrido alguna vez que aquello que dicen que no existe se presenta ante tus ojos un día y te sorprende libre y despierta?
Ojalá te ocurra pronto.
Es inexplicable la sensación al abrir los ojos y sentirte muy afortunada. Tendría que ser una fuente cristalina y que mis palabras, brotando hiladas, compusieran una melodía que fuese audible e inteligible.
IMPASSE
Por un momento que fue eterno enmudecieron los pájaros. El tren se detuvo en medio de la nada. Las nubes cubrieron la Tierra y mi voz se quebró.
El grito aunque quiso no pudo salir y el corazón encogido emitió un
dub lub vacío de sangre.
Pasó un ángel.
Luego el tren confundiendo su humo con las nubes arrastró en su marcha todo lo gris del mundo y el sol comenzó a calentar.
Un pájaro se atrevió a lanzar el primer sonido y enseguida un gorjeo multitudinario se instaló en un pino cercano.
Vamos corazón, bombea, bombea, que queda mucho por vivir.
El grito aunque quiso no pudo salir y el corazón encogido emitió un
dub lub vacío de sangre.
Pasó un ángel.
Luego el tren confundiendo su humo con las nubes arrastró en su marcha todo lo gris del mundo y el sol comenzó a calentar.
Un pájaro se atrevió a lanzar el primer sonido y enseguida un gorjeo multitudinario se instaló en un pino cercano.
Vamos corazón, bombea, bombea, que queda mucho por vivir.
lunes, 10 de febrero de 2014
PENSANDO EN LETRAS
Un gato chino mueve el brazo incansable, el gato de Elena y de Fon. Es tan enérgico y pertinaz como ellos, y se agita tanto que mueve la tabla del mueble y un toc, toc monótono y cansino llena el silencio de la sala.
Fuera, el aire se ha apaciguado.
Dentro, mi corazón también lo está.
Dicen que un corazón en paz ve una fiesta en todas las aldeas. Tendré que responder eso cuando me pregunten que hago aquí.
Duermes, como un niño satisfecho duermes y tu respiración es tan ligera que mis besos pueden trepar por ella en cualquier sentido. Enredada en tu cuerpo casi duermo también. Casi, porque aun me falta darte ese beso que pone el punto y seguido a la noche y cierra el día.
Mañana será más largo el tiempo de los besos. Mañana la materia y el espíritu se acomodarán sobre el colchón de tela de verano. El calor lo pondremos nosotros.
Fuera, el aire se ha apaciguado.
Dentro, mi corazón también lo está.
Dicen que un corazón en paz ve una fiesta en todas las aldeas. Tendré que responder eso cuando me pregunten que hago aquí.
Duermes, como un niño satisfecho duermes y tu respiración es tan ligera que mis besos pueden trepar por ella en cualquier sentido. Enredada en tu cuerpo casi duermo también. Casi, porque aun me falta darte ese beso que pone el punto y seguido a la noche y cierra el día.
Mañana será más largo el tiempo de los besos. Mañana la materia y el espíritu se acomodarán sobre el colchón de tela de verano. El calor lo pondremos nosotros.
domingo, 9 de febrero de 2014
martes, 4 de febrero de 2014
EL LUGAR
Se encontraron en aquel lugar lleno de luz. Aquel donde la playa los esperaba ansiosa, el cielo estallaba en una gama infinita de azules y el mar hacía olas de risas y espuma.
El olor a galleta no salía de su cocina sino de su dormitorio. Se amaban sin aspavientos y con música. Se amaban con luz natural y a la luz de las velas. Se besaban frente al escaparate de una librería mientras con un ojo descartaban libros y con otro rescataban caricias. Sus manos se precipitaban hacía el abismo más dulce y sus bocas... qué decir de sus bocas.
El tiempo les regaló para siempre la playa, los azules, los besos, las risas, las caricias, el olor y los abismos, aquellos en los que subían al punto más elevado para caer luego sobre la nube más esponjosa y más cálida, la que sus cuerpos entrelazados conformaban.
lunes, 3 de febrero de 2014
AL NATURAL
El cuarto
vacío. Sobre la cama la huella de sus cuerpos. En el aire el olor a almizcle.
Con su
desnudez como único vestido bajó las escaleras apresurada para ver si aun podía
darle alcance. Sobre la barandilla, la capa negra de él. En el último peldaño una antifaz con ribete
dorado.
Eso era
todo.
Inquieta y
de puntillas miró a través de las rendijas de la persiana. El viento azotaba
las copas de los árboles y un sol de un tenue anaranjado se despedía en el
horizonte.
El primer
día de la semana por la tarde, llamaron a la puerta. Era él que sintió frío sin la capa y sin sus
besos. Era él que solo iba a cara descubierta en la intimidad y necesitaba su
antifaz.
La imagen de la dama francesa del siglo XVIII
ocupó su cabeza tantos minutos que optó por rendirse a la evidencia de que se
había enamorado de un cuerpo y su voz.
Sin preguntas se sentaron en el borde de la
cama.
Lo miró como si nunca lo hubiese visto.
La besó como un aprendiz.
Se acariciaron
por primera vez y se amaron, esta vez,
sin disfraces.