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martes, 11 de marzo de 2014

CENTELLA

Trasciende la troposfera y purificando el aire viciado de la ionosfera, me colma de auroras boreales  y me protege del viento solar.
La mayor tormenta en la que me he visto envuelta se gestó el día en que chocaron impetuosamente nuestras bocas y con ellas un cúmulo de sentimientos y deseos anudados  se enfrentaron arrancando un susurro atronador del fondo de nuestros cuerpos.
Mi tormenta tiene nombre propio y voz cálida.  Me fascina exponerme, descalza y desnuda,  y que toda su carga eléctrica en un segundo me atraviese para luego,  hacerse intemporal.
Sobre la cima más alta, somos viento racheado y energía luminosa que rota sobre un eje.
Sublime es el momento en que dejamos de ser materia para convertirnos directamente en vapor  y formando una nube colmada de rizos castaños nos hacemos indivisibles y neutros.
Después, cuando la tormenta cesa, la estancia se oscurece y abrazados soñamos la Tierra.



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