Las mariposas de la incertidumbre se instalaron también en su vientre proclamando a los cuatro vientos su estado. Revoltosas y felices provocaron el vómito interminable de la embarazada. En el último instante aprovecharon la salida del infante y sobrevolaron su cabeza impoluta de blandos huesos. Lejos de lo que podría pensarse no eran ni rosas, ni azules. El arco iris más luminoso apareció en sus ojos cuando tuvo el privilegio de contemplar la criatura.
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