14 de
abril de 1912 7 p.m.
― ¿Dónde
está Frank? ¡Hay que empezar! ¡Todo está preparado y Frank, sin aparecer!
¿Es que
nunca ha viajado en barco? ¿Está enfermo?
¡Id a buscarlo!
―Frank no está.
― ¿Qué quiere
decir que no está?
―Su camarote
está vacío.
― ¿qué
significa eso?
―Pero señor
es que no entiende. Frank-no-está.
El-camarote-está-vacío.
― ¿No subió
Frank al barco contigo?
―La última vez
que lo vi le acompañaba una mujer
esbelta, colmada de rizos castaños.
― ¿Una
mujer? ¡Venimos a trabajar no a divertirnos!
―Le hablaba
con vehemencia.
―Pero ¿subió,
no?
―No sé.
― Y qué hacemos
sin pianista. ¿Sabéis cuánto ha costado este piano? ¿Sabéis a qué nos hemos
comprometido en este viaje? ¡Volved a
mirar!
― El camarote
115 está vacío, intacto. Frank no ha subido al barco, alguien le ha visto abandonar la pasarela.
― ¿Qué
hacemos?
― Theodore
Brailey, el pianista del Carpatia está aquí.
― ¡Ve a
buscarle! Tenemos poco tiempo.
15 de abril de 1912 3 a.m.
Las notas de Sueño de Otoño surgían de los
dedos de Frank mientras el Titanic, aterido de frío, agonizaba. Su novia,
satisfecha, le besaba. Le aterrorizaba el mar y su misterio.
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