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sábado, 15 de enero de 2022

¿Cómo eres tú?

Dicen que los comienzos son siempre difíciles, pero no estoy de acuerdo con eso porque en los comienzos estás avalada por una ilusión que a veces no se tiene cuando se avanza en el proceso.

La euforia de lo nuevo y lo desconocido hace milagros. La adrenalina, las endorfinas y todas las buenas "inas" se apoderan de tu vida y no ves ni entiendes los obstáculos porque eres una guerrera...o guerrero, claro, y puedes con todo lo que se te venga encima. Luego echas a rodar y en ese rodamiento y como ya todos sabemos, la erosión empieza a hacer mella y el desgaste te duele en lo más profundo de tu corazón.

¿Me refiero a algo en concreto? me refiero a todo y a nada en concreto. Me refiero a la infancia, o a la adolescencia, o a la juventud, y qué decir de la madurez cuando llega ese tiempo otoñal en que todo es dorado y bello, pero claro, siempre hay un hijo de vecina que te cambia el color del cristal con el que estabas mirando y, entonces, la dorada madurez se convierte en la acumulación de desgastes y erosiones.

Qué pensamientos más inquietantes en sábado ¿no? Todos sabéis que da lo mismo y que los pensamientos vienen y van, renacen y mueren en el silencio de la oscuridad.

Escuché el otro día un consejo de estos filosóficos y orientalizados que decía, si ya no puedes más ovíllate como un gato y quédate ahí hasta que te cures, escucha a tu cuerpo.

No sé. No me apetece nada ovillarme cuando estoy en esos momentos de "inexistencia", prefiero bailar y correr. Prefiero reír y charlar. Prefiero escribir y también prefiero desenvolver un bombón como si fuera el último que me voy a comer y llenar mi boca de chocolate caliente, tan caliente como mi propio calor haya podido conseguir.

Abomino la frialdad y la prepotencia. Abomino el silencio


que intenta hacerte culpable. Abomino los gestos de autosuficiencia cuando la autosuficiencia es solo un cliché.

Yo soy autosuficiente, sí. Soy cálida y afectuosa. Soy imperfecta, pero como decía aquella canción tan bonita que era un himno: por mis grietas siempre acaba penetrando la luz.


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