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sábado, 7 de mayo de 2011

EL AISLAMIENTO Y LA TRANSFORMACIÓN

Cómo cada mañana desde que están en la casa, en cuanto me levanto voy a verlos, todos estos días han estado dinámicos y voraces, no había tregua, comían sin parar, alcanzando un tamaño considerable en poco tiempo.
Hoy se movían a cámara lenta y al asomarme no me han "saludado" como otros días, de hecho, uno de ellos estaba en un rincón, meditando, parecía, escudriñando las paredes del grisáceo cartón.
Me he puesto triste, no sé por qué, quizá porque ese ralentizado movimiento implica el paso a otra vida diferente, una vida que será igual de fugaz a la que en este estado han tenido.
A mediodía he insistido a ver si con el manjar fresco, suave y terso se animaban, pero nada ha surtido efecto, he mirado a uno, luego a otro y por último al primero que abandonara la compañía de los demás, éste, ya había tejido a su alrededor un finísimo velo impenetrable, laboriosamente, sin prisa, sin distracciones terrenas.
Ahora, he vuelto sabiendo que no habrá un cambio de actitud, sabiendo que en unos días todos habrán desaparecido dentro de la tupida estructura que con esmero tejen, para no quedarse desnudos a ojos de todos, para vivir su transformación en soledad, para salir después fortalecidos y alados, para entregar su vida en un último vuelo en pareja en beneficio de la perpetuación de su especie.

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