El mar, bello y grandioso, me ha preguntado por ti en cada embestida.
No he podido concentrarme en otra cosa que no fuera la imagen de tu rostro bañado de brisa.
Por cada palabra mía el viento ha llevado un mensaje cifrado hasta tu oído y al tiempo como si del eco se tratara, el mismo viento me ha salpicado de tus besos salados.
No he querido mirar atrás para no ver mi huella solitaria sobre la arena.
Mañana volveremos juntos.
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