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martes, 27 de marzo de 2012

DAME, DAME, DAME Y TODO LE DIERON



Había una niña en el supermercado, quería salchichón para merendar, aunque en casa había muchas otras cosas a su madre le hizo gracia, como siempre, y mientras la besaba sonriente le decía al charcutero que le pusiera de ese salchichón a su niña.
Luego quiso un dulce de chocolate y le bailó el agua a la madre para que se lo comprara, ella, en vez de coger un dulce echó una docena al carro, sabiendo positivamente que al final tendría que comérselos ella.Ya en la caja preparada para pagar, dos chupa chups se deslizaron por la cinta transportadora uno para ese mismo instante y otro...también.
Había una niña en la tienda de ropa y quiso unos vaqueros de marca, su madre, después de hacer una cuenta mental, accedió al capricho de la niña , también una camiseta que le hiciera juego y que no desluciera al tan lujoso pantalón, que por cierto, tenía unos rotos que venían de fábrica, a nivel de la rodilla.
Bueno, pase por esta vez, dijo la madre y mientras buscaba su rostro para besarla, la niña lo echaba hacia atrás para colocarse la melena dorada recién sacada de la peluquería.
Había una niña que perseguía a su madre por la casa empeñada en que le comprara un móvil, la madre se negaba porque aún era pequeña y porque el que quería era caro. La niña lloró un rato y cuando vio que la madre no se ablandaba se dirigió a ella de forma violenta y la amenazó con abandonar la casa si no lo tenía ya.
La madre preocupada desde hacía tiempo porque su niña había dejado de ser dulce y graciosa y pensando en que podría hacer cualquier locura, se apresuró a salir a la calle con ella y allí, en el establecimiento más cercano firmó un contrato con una empresa de telefonía, a su nombre.
Había una niña en la calle, estaba sentada en la acera, fumaba un pitillo con ansiedad como si en cada calada le fuera la vida, tenía en el brazo unos morados como si acabaran de sacarle sangre, reía al son de los chascarrillos que le contaban los amigos, era ya de madrugada cuando sonó su móvil de última generación. Lo miró con desdén al ver que era su madre la que insistentemente llamaba, a regañadientes y por no escuchar de nuevo la canción de la llamada entrante, apretó la tecla verde; antes de escuchar y con voz aguardientosa y desafiante dijo: ¡si no me dejas en paz no volverás a verme nunca!
Había una madre abatida que se movía nerviosa por la casa, sus ojeras eran notables y las escoceduras que en ellas tenía delataban el continuado llanto.
Había una madre que se avergonzaba al encontrarse a sus amigas, que había dejado su vida social para quedarse en casa esperando a ver a qué hora y en qué estado llegaba su hija. La tensión de cada día había provocado la ruptura con su marido, el que fuera su novio de toda la vida.
Había una madre con la mente perdida en el pasado y el corazón encogido, que no hacía otra cosa que mirar y besar las fotos en las que aparecía Anita, la niña, cuando era graciosa y quería salchichón para merendar.

Y SUS OJOS SE CONTAGIARON DE ATMÓSFERA

Apartó la cortina y cuando abrió la ventana vio el cielo cubierto de nubes, sin embargo, se resistió a cerrarla por si un rayo de sol aparecía y no estaba para recibirlo. Mientras esperaba, garabateó en un papel un nombre masculino, apoyó sobre él su boca de coral y dejó a su alrededor lo que parecía una guirnalda de flores brillantes. Traspasó el nombre con sus pensamientos, lo acogió en el hueco que normalmente ocupaba su corazón y este respondió acelerándose hasta el punto de hacer vibrar los cristales de la ventana. Se estremeció porque le pareció que un terremoto la sacudía pero se asustó aún más al sentir que el rugido provenía de su interior. Una vez se hubieron conocido, el nombre y su corazón, se acoplaron de tal modo en el espacio que la tormenta cesó en el cristal, sin embargo, dentro de su cuerpo la sangre galopaba sin descanso, miles de chispas y un dub lup peculiar y desconocido, la recorrieron de parte a parte. La energía que el proceso desprendió fue tal que las nubes alertaron al sol de que algo magnífico estaba sucediendo en aquella casa de ventanales floridos. El sol se vistió sus mejores galas y se posó con suavidad sobre su rostro poniendo de manifiesto que sus ojos estaban contagiados de atmósfera, la humedad había llegado a su punto de saturación en el aire provocando el desbordamiento de sus lacrimales. La inundación tenía el color ambarino del ópalo al atardecer, cuando, reflejando el azul del agua, es atravesado por un haz de luz del astro rey.

jueves, 22 de marzo de 2012

EL HOMBRE Y LOS ELEMENTOS

 Con el periódico entre las manos y sus gafas a la altura de la nariz dejando ver la profundidad del agua en sus ojos más templados y cálidos que el mar que reflejan, su mar, el que adoptó y del que se enamoró desde el día en que lo viera por vez primera, no piensa en nada o quizá se agolpan muchas ideas, tantas, que ninguna acaba tomando una forma definida.
Hoy no llueve y quizá debiera ser preocupante, sin embargo, está feliz de sentir el sol calentando su rostro a través del ventanal de la cafetería que frecuenta.
Muchas personas van y vienen y detrás de cada una, una historia. La mayoría de las veces el rostro, en el anonimato, no refleja lo que en realidad vive, pero él, esta mañana, parece y está feliz. ¿Qué hay más especial que sentir como tu corazón demanda vida?
El maestro, el poeta, abandonó el periódico sobre la mesa, la luz sobre las olas le hacía guiños de complicidad. El no podía vivir ya sin su mar y su mar anhelaba verse cada día en el espejo de sus ojos.

martes, 20 de marzo de 2012

TUS LÁPICES Y TÚ

La primavera llegó con frío y nieve pero también con amor. Una voz cálida como la franela llegó a mi corazón en la tarde. Su risa, tímida y franca atravesó todos los hilos de la telefonía esquivando cada turbulencia y cada ausencia de cobertura. Él ama tanto los lápices, se aferra a ellos con tanta pasión que sus dedos tal vez terminen siendo una prolongación del  grafito afilado de su punta. Nadie como sus lápices le conoce, porque a ellos cuenta todas sus emociones y éstos, cómplices silenciosos, trazan con precisión las líneas que su corazón va dictando.
No hace falta que tus duendes toquen cascabeles y tambores para despertarme porque un leve movimiento de tu chupete, me indicará que estás despierto y me necesitas.
Es indeleble la tinta con que dibujamos nuestro plano vital, el que nos une, porque con tus manitas gordezuelas entre las mías construiste un hilo de sentimientos irrompible. Ni aunque fuera invierno... no habrá vendaval, ni tormenta de nieve que pueda helar la calidez de este beso.

DEMÓSTENES CRUZA EL ATLÁNTICO

Casi cada noche a la misma hora entablamos una conversación que siempre transcurre de un modo parecido. Curiosamente se establece un orden en el discurso que permite estructurar todos los temas, casi al final, el tono se hace más dulce y calmado y toca  hablar de lo personal, la salud, el ánimo, las inquietudes y por último se impone el deseo de que los sueños sean plácidos.
Ahora, que aquí ya es hora de dormir, tu estarás con los ojos muy abiertos, captando cada color y cada imagen, riendo y charlando sin parar, queriendo impregnarte de la cultura de los que te rodean, tú, la esponja que todo lo absorbe. Inúndate de paz y de luz y tráeme un rayito a casa, anda.

jueves, 15 de marzo de 2012

DUERME BIEN

Por la tarde, sentada en la terraza, miraba absorta el verde intenso de los árboles cuyas hojas se mecían armónicamente con la brisa. No pensaba en nada en concreto, le dijo a su amiga cuando viéndola ensimismada le hizo la pregunta.
Aunque su amiga acercó una silla y se sentó a su lado, ella apenas se percató de su presencia. Allí entre el follaje esperanzador de los árboles contemplaba una hilera de hormigas que incansablemente hacían el mismo recorrido. En las dos direcciones de su carretera general se permitían atravesar la línea continua para comunicarse.
No pensaba en nada concreto, es cierto, pero de algún modo, esa comunicación silenciosa le trajo la imagen de su madre a la que hacía días que no veía. Por motivos diferentes se encontraban alejadas en el espacio, sin embargo, la vibración de su energía le llegaba en ondas expansivas a través del intenso azul de aquella tarde calurosa de invierno.
Sonrió sin darse cuenta, al sentir el beso que ella depositó en su frente y entendió que aunque la vida las hubiera separado, la energía seguiría vibrando en ambas direcciones.

MIRANDO AL CIELO


Aunque ya no seas una niña, tu edad civil no se corresponde con la de tus ojos y tu risa. Duerme bien mi niña que detrás de cada noche oscura, el sol te inundará de luz. No importa si son las vendas apretadas en tus ojos, o la vida cotidiana lo que te produce el desasosiego, no importa mi niña porque siempre estoy contigo y quiero decirte que la luz más valiosa es la que la que sale de tu interior. Llena tu corazón de esperanza y no escuches a quién intenta sembrar el miedo y la incertidumbre en tu vida. Mírame a los ojos y dime que estás bien, apoya tu cabeza sobre mi pecho y deja que te acune mientras hablamos, juntas buscaremos el sendero florido que augura la primavera. La lluvia caerá sobre nuestro rostro y elevando la mirada al cielo, dejaremos, agradecidas, que sus dones nos inunden.

martes, 13 de marzo de 2012

NUBE DE ALGODÓN

Es que está la casa llena de ti, mi cuerpo de tus caricias y mi alma de tu música, la que emites cuando me miras y cuando dulcemente me hablas y me acoges.

EL CABALLO MÍSTICO


Érase un caballo que corría que volaba como volaría el amor,
érase un caballo con un cuerno en la nariz que en primavera se hizo un buen galopador. 
Érase un arquero con un hombre, todo junto con el mismo corazón.
Érase que un beso era el Olimpo,
Érase en abril y eran las cinco
y las patas del animal místico
se enredaban en el aire
con su galope magnífico,
y era que te había conocido,
con tu nombre que volaba
con tu pequeño vestido. (Silvio Rodriguez)








...y después sigue la música, como cada día.

COMO MANUEL VE LA VIDA

CÍRCULO SIN FIN 


 Como camina el agua inexorable 
 hacia la mar azul que es el destino 
 así camino yo, cual peregrino 
 hacia el final marcado, inevitable,

 Como el agua, en carrera interminable
 andarán nuestras vidas el camino, 
en remanso tranquilo o remolino, 
persiguiendo la meta inalcanzable.

 ¿No serán nuestras vidas un remedo
 del círculo sin fin que el agua traza?
 Nacemos y nos vamos mas volvemos.


 Quisiera penetrar en este enredo
 que nos duele, tortura y atenaza 
y que nunca jamás descifraremos.

                                    M. M.

jueves, 8 de marzo de 2012

TEJER PARA CRECER

Qué misteriosa razón es la que a veces me lleva a otros momentos de mi vida; sin quererlo, las imágenes se van sucediendo una tras otra. Una acción, un hecho me conduce a otro, por asociación; así, de este modo tan traicionero mi vida se retrata en un sinfín de diapositivas y en función del estado de ánimo del momento todo me parece absolutamente bello o, para mi mal, me da la sensación de que nunca hice nada bien.
Ah, que bien queda decir:  no me arrepiento de nada de lo que he hecho... sin embargo, cuando me quedo a solas, en silencio, gastando la mínima energía, ovillada sobre mi misma, esa vida que he tenido desde que me parieron, bueno no, desde que dejé de ser una persona inocente, si es que algún día lo fui, desde entonces, decía, seguro que de algo, de algo, tengo que arrepentirme, aunque sólo sea porque quizá mis acciones han dañado a otros.
Una decisión, por mínima e insignificante que parezca, va tejiendo el hilo conductor de cada vida, una decisión, da igual que pueda parecer grande o pequeña, fácil o difícil, marca el sendero a fuego, luego sólo quedan cenizas y es imposible retroceder.
No, que no quiero retroceder, que no es eso, pero... ¿y si he hecho daño a alguien en el camino? ¿y si no me ha dado cuenta deque bajo mi caminar impetuoso había florecillas a las que pisé?
Me preguntó si es inevitable.
Me respondo: es inevitable.
Quiero vivir haciendo el menor daño posible a los seres que habitan donde habito. Quiero caminar mirando donde piso, para que ni la que me pudiera parecer la más insignificante brizna, sea pisada por mi cuando, irremediablemente, tenga que seguir tejiendo mis hilos de vida.

martes, 6 de marzo de 2012

NO SABE TANTO EL DIABLO...

La madre le dijo a sus hijos todo cuanto creía que debía decir en cada momento para que fueran personas de bien, para infundirles la importancia de los valores y del respeto a lo ajeno. Incansable repitió durante años la misma cantinela. Pasó el tiempo para todos y la mujer no por ser más mayor se sentía menos madre, así que no cejó en su empeño, ni porque ellos hubieran crecido, ni porque sin duda supieran afrontar sus problemas y ni tan siquiera porque ya no compartieran el mismo hogar; pertinaz la madre colaba entre frase y frase un consejo.
A menudo los hijos no comprenden el sentido de tanta insistencia.
A veces las madres no terminan de creer que sus hijos se han hecho tan mayores que ellos mismos empiezan a dar consejos, de cualquier modo, siempre algo queda y no sólo aprenden los hijos, también la madre es más sabia porque aprendió de sus hijos mientras al aleccionarlos observaba su respuesta.

ALREDEDOR DE LAS SIETE

Supe que la hora de verte estaba cerca por el latir de mi corazón que se precipita en un juego de rápidos y lentos cuando te presiente. Lo supe también, porque los pájaros entonan un canto distinto cuando te sienten cerca, porque la atmósfera se llena de tu aroma y porque mis sentidos se amplifican para captar cada gesto y cada risa, cada palabra y cada suspiro que brota de tu cuerpo que, lejos de expresar el cansancio de las horas, me regala una sonrisa generosa y una frase con final de cuento.
Supe que es el tiempo de reunirnos porque cuando me miras, el mundo se silencia y sólo se escucha el sonido de los besos que acompañan nuestros pasos.