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lunes, 3 de septiembre de 2012

EL INTERÉS EN TU MIRADA


Para aliviar el calor de la atmósfera africana, me senté en el umbral con un libro de poemas. Apenas alcanzaba a definir la silueta de las palabras escritas, con la luz del farolito polvoriento.
Daban las diez en el reloj de la iglesia cuando un coche frenó para no atropellarte. Me mirabas desafiante y tus infinitos ojos verdes acabaron con mi rol de lectora nocturna. El ruido de una lata sobre el asfalto rompió el hechizo.
Mientras te relamías supe que era el interés el que te movía a mirarme y que ansiabas  acercarte a mis manos de pescadera.

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