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domingo, 6 de septiembre de 2015

EL GONDOLERO


Nos reencontramos una tarde de noviembre de pronóstico meteorológico ambiguo, paraguas y abrigo nunca están demás en días como ese.  Nos cruzamos en una calle comercial y sentí que me conocía, para mí, él tampoco era un extraño. No había llegado aún al cruce cuando sentí que una mano se posaba sobre mi hombro. No me asusté, la esperaba. Al volverme me encontré directamente con sus ojos, su mirada entre melancólica y soñadora volvió a sumergirme en el canal.
Si hubiera bebido esa noche la embriaguez no habría sido tan notable.  Entre susurros y besos , el gondolero volvió a hacerme protagonista de historias inventadas y verídicas leyendas  que llenaban de misterio los lugares por donde pasábamos.

El amor nos atrapó en el tiempo y allí permanecemos, acurrucados en una nube esperando que nunca cese la lluvia. 

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