Quizá escribo para expresar sentimientos, quizá dibujo porque con las palabras no llego a plasmar con palabras todo lo que quiero, quizá hablo y hablo porque con los dibujos siento que algunas cosas quedaron sin lugar. Cuando no escribo, ni dibujo, ni hablo, es que te estoy besando. En un beso cabe todo el sentimiento.
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jueves, 27 de noviembre de 2014
miércoles, 26 de noviembre de 2014
NUBES COMO ALMOHADA
Ir a la cama es lo de todos los días. El paisaje no cambia. Te propongo que en esta noche en la que la luna es una rajita de melón casi imperceptible, probemos a dormir a merced de las nubes, ni siquiera llevaremos almohada. ¿Has visto alguna vez algo que parezca más mullido que una nube? estoy segura de que así nunca podremos tener sueños inquietantes y si alguna vez hemos volado mientras dormimos ¿qué mejor lugar para el lanzamiento que ese?
lunes, 24 de noviembre de 2014
jueves, 20 de noviembre de 2014
OXÍGENO
Me miró, pero no vi nada en sus ojos, o al menos no vi nada que me motivara, nada que reconociera. Luego me pregunté si era yo y sí, era yo, que por fin había crecido. Ya no me preocupaba haber errado cuando me preguntaron cuántos lados tiene un triángulo y no me importaba que la maestra me hubiera pegado por no haber entendido como se hacían las raíces cuadradas. Pasé de los kilos de más porque me sentía más ligera y más guapa que nunca. Había oxígeno en mis pulmones, qué más se podía pedir, inspirar y sentir que casi puedes elevarte. Espirar y dormir.
miércoles, 19 de noviembre de 2014
CÁLIDA Y MUSICAL
Se escucha la voz del profesional de la radio, es cálida, claro, así los eligen, con la voz cálida. Ponen énfasis en lo que dicen y viven como nadie la música con la que nos deleitan.
Tu no eres un profesional de la radio pero tu voz es cálida, pones pasión en lo que transmites y nunca pierdes las formas. Te esmeras en aprender nuevos vocablos y en ampliar día a día tus conocimientos. Tú memoria musical y tu repertorio abarca cientos de horas de programas.
Aunque los profesionales de la radio acompañen mi devenir de diario, te prefiero a ti que me susurras al oído y aderezas la música con besos.
Tu no eres un profesional de la radio pero tu voz es cálida, pones pasión en lo que transmites y nunca pierdes las formas. Te esmeras en aprender nuevos vocablos y en ampliar día a día tus conocimientos. Tú memoria musical y tu repertorio abarca cientos de horas de programas.
Aunque los profesionales de la radio acompañen mi devenir de diario, te prefiero a ti que me susurras al oído y aderezas la música con besos.
ANILLOS Y ARRUGAS
Hacemos de los árboles monumentos naturales cuanto más años tienen. Admiramos su porte y nos jactamos de decir su edad, y, sin embargo, miramos con recelo las arrugas en la piel de nuestros semejantes.
Pensaba en esas personas que rondando esa edad que algunos llamarían tercera,se apasionan más que algunos adolescentes.
Cuánto viejo prematuro sentando en el aula, o en el banco de un parque.
Cuánto mito y cuánto prejuicio. Cuánta falta de respeto y qué poca sensibilidad.
lunes, 17 de noviembre de 2014
CONCEPTOS EQUIVOCADOS
Me dijeron que se portaban así de mal porque yo era buena. Casi lloro al comprobar que con el paso de los siglos algunos comportamientos no han cambiado.
Creía firmemente que queremos que se nos escuche, que no queremos imposiciones y mucho menos dictadores, sin embargo, ellos lo dijeron claramente hoy:
Hay que imponerse, amenazar con el castigo, ordenar la rigidez absoluta, mirar con recelo y establecer barreras.
Si sonríes, eres débil. Si no gritas, eres débil. Si intentas otros métodos conciliatorios, eres débil. No eres humano, eres débil.
Si les preguntas como están, les estás dando confianza. Si participas de alguna broma en un momento distendido, les estás dando confianza.
Si esperas paciente para ver si recapacitan, no tienes autoridad, si no los echas a la calle, no tienes autoridad.
Después de confundir la humanidad con la debilidad, y la paciencia con la confianza ya pueden saltarse cualquier norma hasta el punto de rozar el límite de la crueldad.
Hoy, más que preocuparme su falta de conocimientos, me ha preocupado su falta de integridad como personas.
Es triste comprobar que el tiempo pasa y se nos va llevando, así, tozudos, prepotentes y equivocados. Es más triste aún, pensar que el tiempo que se va es irrecuperable, como aquella hoja, entera, peciolada, penninervia y con punta de flecha, que cae del árbol irremediablemente y se pierde sin más.
Ojalá todo sea un producto de mi imaginación y aquellas palabras que escuché no dijeran realmente lo que entendí. Sería de una tristeza infinita sentir que hombres y mujeres destinados a construir los cimientos del futuro, solo caminarían derechos cuando un látigo amenazase sus espaldas.
domingo, 16 de noviembre de 2014
jueves, 13 de noviembre de 2014
miércoles, 12 de noviembre de 2014
LA NOVIA DE FRANK
14 de
abril de 1912 7 p.m.
― ¿Dónde
está Frank? ¡Hay que empezar! ¡Todo está preparado y Frank, sin aparecer!
¿Es que
nunca ha viajado en barco? ¿Está enfermo?
¡Id a buscarlo!
―Frank no está.
― ¿Qué quiere
decir que no está?
―Su camarote
está vacío.
― ¿qué
significa eso?
―Pero señor
es que no entiende. Frank-no-está.
El-camarote-está-vacío.
― ¿No subió
Frank al barco contigo?
―La última vez
que lo vi le acompañaba una mujer
esbelta, colmada de rizos castaños.
― ¿Una
mujer? ¡Venimos a trabajar no a divertirnos!
―Le hablaba
con vehemencia.
―Pero ¿subió,
no?
―No sé.
― Y qué hacemos
sin pianista. ¿Sabéis cuánto ha costado este piano? ¿Sabéis a qué nos hemos
comprometido en este viaje? ¡Volved a
mirar!
― El camarote
115 está vacío, intacto. Frank no ha subido al barco, alguien le ha visto abandonar la pasarela.
― ¿Qué
hacemos?
― Theodore
Brailey, el pianista del Carpatia está aquí.
― ¡Ve a
buscarle! Tenemos poco tiempo.
15 de abril de 1912 3 a.m.
Las notas de Sueño de Otoño surgían de los
dedos de Frank mientras el Titanic, aterido de frío, agonizaba. Su novia,
satisfecha, le besaba. Le aterrorizaba el mar y su misterio.
miércoles, 5 de noviembre de 2014
VER, IMAGINAR...ERRAR.
Desde ese ángulo, podía ver perfectamente al hombre. De ella solo veía una melena escasa de pelo, estropeada sobremanera por los tintes y el secador, sus cabellos eran como duros alambres deteriorados y quebradizos. Él le hablaba con una seriedad en el rostro que por momentos parecía tristeza o tal vez preocupación. Sus cejas se arqueaban continuamente y su frente se plegaba en un sinfín de hendidos largos y profundos. Sus ojos grandes y redondos le delataban como una persona más joven de lo que en realidad aparentaba, la alopecia suele jugar esas malas pasadas y aunque Yul Brynner fuera un guapísimo y atractivo ser... este no era el mismo caso.
La mujer sostenía un cigarrillo en una mano y la otra se afanaba en recolocar una y mil veces su pañuelo alrededor del cuello.
Era delgada, eso si podía verlo, eso y que llevaba unos zapatos de tacón nada apropiados para tomar una tapa en la terraza de un bar.
Pasaron casi una hora delante de su café, las manos de ella retorcían sin piedad el sobrecito vacío del azúcar. Él seguía en el mismo tono monótono, inaudible, incapaz de emitir una sonrisa.
¿Se estaban despidiendo o es que nunca habían estado juntos?
Se levantaron y caminaron por la acera, sus cuerpos, sus almas separadas. El camarero los miró y con acritud delató a sus compañeros la situación irregular de las dos personas que, por otra parte, habían pasado un tiempo razonable ocupando un sitio para acabar consumiendo un cafelito.
Con muchos clientes así, me dijo entre dientes después de mostrar su sonrisa de hiena, tendremos que cerrar el negocio. Seguí sirviendo las mesas y observando a la nueva pareja que ocupó el sitio que acababa de quedarse vacío.
La mujer sostenía un cigarrillo en una mano y la otra se afanaba en recolocar una y mil veces su pañuelo alrededor del cuello.
Era delgada, eso si podía verlo, eso y que llevaba unos zapatos de tacón nada apropiados para tomar una tapa en la terraza de un bar.
Pasaron casi una hora delante de su café, las manos de ella retorcían sin piedad el sobrecito vacío del azúcar. Él seguía en el mismo tono monótono, inaudible, incapaz de emitir una sonrisa.
¿Se estaban despidiendo o es que nunca habían estado juntos?
Se levantaron y caminaron por la acera, sus cuerpos, sus almas separadas. El camarero los miró y con acritud delató a sus compañeros la situación irregular de las dos personas que, por otra parte, habían pasado un tiempo razonable ocupando un sitio para acabar consumiendo un cafelito.
Con muchos clientes así, me dijo entre dientes después de mostrar su sonrisa de hiena, tendremos que cerrar el negocio. Seguí sirviendo las mesas y observando a la nueva pareja que ocupó el sitio que acababa de quedarse vacío.
martes, 4 de noviembre de 2014
VOLVER Y RECORDAR.
Ni dieciocho, ni veinticinco, ni cuarenta, pero... tres, sí...
Volver a tener tres años y recordar esta vez la felicidad de ser libre y único. Reír, saltar, llorar, cantar y no mirar qué ropa ni qué zapatos llevo. Disfrutar y sentirme arropado. Inmensamente dichoso, con mis pequeños dientes blancos recién estrenados y mis ojos llenos de esa luz que nunca más volverá a ser igual.
Volver a tener tres años y recordar esta vez la felicidad de ser libre y único. Reír, saltar, llorar, cantar y no mirar qué ropa ni qué zapatos llevo. Disfrutar y sentirme arropado. Inmensamente dichoso, con mis pequeños dientes blancos recién estrenados y mis ojos llenos de esa luz que nunca más volverá a ser igual.
REFLEJOS
Siempre
que podía se paraba delante del escaparate. Imaginar qué se escondía detrás de
cada título le proporcionaba un placer inexplicable.
Aquella
tarde la luz del sol incidía de tal modo sobre el cristal que le era imposible
ver algo que no fuera su propio reflejo. Hacía mucho que no se miraba tan de
cerca. El trabajo cotidiano, las responsabilidades familiares y un cafetito
apurado a media tarde, le impedían entretenerse
en la contemplación de su persona. Vio lo ya que intuía, canas, pequeñas
arrugas, cosas tan insustanciales que no pensó que mereciese la pena reparar en
ellas. Se acercó más, quería traspasar la imagen y encontrar la puerta a una
buena historia, sin embargo, se topó de lleno con la profundidad de sus ojos e hipnotizado
se dejó llevar. Un niño corría, esquivando las matas de ortiga y los cardos.
Saltando de piedra en piedra atravesaba un río agotado y maloliente. Por las
picaduras infestas de sus piernas se podría decir que había cruzado el
Amazonas. El sol se puso y el escaparate le devolvió una sonrisa nostálgica. Su
perro de aguas, de ojos de oliva arremetió contra su pierna. Llevaban demasiado
tiempo parados delante de la librería.