Traduciendo los sentimientos

martes, 16 de septiembre de 2014

LA TÍA MANOLA

La mayor expresión de libertad atravesó contrariada las puertas del asilo. Aún llevaba sus sempiternos tacones y un pañuelo floreado al cuello.
Como una colegiala novata y asustada comenzó el nuevo curso con horario restringido.
Se acabaron las mediodías en los bancos del parque. Se acabó compartir las migajas con las palomas. Se acabó la vieja revista del corazón entre sus manos y su pelo al viento,
se acabó.
En una habitación con el río de fondo se acurrucaron todos sus sueños de niña senil.

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