Traduciendo los sentimientos

domingo, 4 de noviembre de 2018

LACA NO, POR FAVOR.


Mi poder adivinatorio se manifiesta en mis sueños.
La mañana del lunes, de camino al colegio, nos cruzamos con la peluquera de mi madre, mi padre la saludó y ella lo entretuvo. Mientras le hablaba acariciaba una horquilla azul de extraño brillo que sujetaba su pelo. No me gustó la luz que despedía.
Aquella noche soñé:
Mi madre le decía que le hiciera un peinado especial para su aniversario de boda. La peluquera con sonrisa ladina, prometió llenarle la cabeza de rizos, a mi madre, que tenía el pelo más liso que una japonesa. El truco está en esta laca, prosiguió en un susurro misterioso, es importada, una maravilla,  lleva esencia de ciervo almizclero siberiano. Tu cabello quedará ligero, perfumado, maravilloso.
Mi madre entusiasmada cerró los ojos y… ya no los abrió más, su cara había desaparecido.
Después de mi sueño, mi madre, muy a su pesar, canceló la cita con su peluquera.
El periódico local abrió con la noticia:
 “Una peluquera es detenida por asesinato. En el lugar de los hechos se halló un envase de laca que previamente había sido manipulado y que contenía un gas tóxico. La víctima murió asfixiada, envuelta en una nube glamurosa de rinfinidio”.

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