Traduciendo los sentimientos

miércoles, 21 de octubre de 2015

ENSUEÑO

Se abrió la puerta y llegaron, con su niñez a cuestas, con sus ojos brillantes llenos de inocencia, con su pelo sudoroso oliendo a hierba del parque, con sus rodillas heridas por el juego, con su boca jugosa e impaciente proclamando mi autoría de madre.
Se cerró la puerta y se hizo el silencio más absoluto. Habían crecido tanto que su vida les pertenecía solo a ellos.
El vocablo "mamá", sin embargo, quedó suspendido del aire, atrapado quizá en aquella vieja telaraña que nunca limpio para que no se pierda su eco.
Mamá, mamá, mamá.

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