Traduciendo los sentimientos

domingo, 14 de octubre de 2018

Tormenta celestial

Aunque a media tarde salió el sol y trajo calor a mi corazón, más  tarde llegó Lesly con su música del trópico y cuajó de lluvia la tierra. Olía bien, ese olor de la niñez y las botas katiuskas, el olor de la despreocupación y la inocencia.  Luego llegó el viento, el que anunciaron, el racheado y violento, ese viento que ruge desafiante, el que silba y sin permiso entra en la casa por debajo de la puerta. El inquietante viento.
Ahora, hace escasos minutos todo se quedó en calma, un ángel cruzó la atmósfera a lomos del huracán y se ha quedado aquí, muy cerca, no puede emprender el vuelo hasta que no se sequen sus alas. A mi me viene muy bien porque emite un suave destello que me ayudará a conciliar el sueño.

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