Traduciendo los sentimientos

martes, 26 de marzo de 2013

EN EL CIELO

Las hay rosadas y blancas, entremezcladas a veces con otras en distintos tonos de gris. Las que son más oscuras pero pequeñas son muy graciosas, parecen un trocito de algodón irregular. Las blancas suelen ser las más grandes, algunas parece que han sido pasadas por la plancha por lo lisas que se muestran y otras, sin embargo, emulan a la espuma de mar.
Las rosadas suelen tener un borde oscuro, rojizo, brillante.
Lo que más me gusta hacer es mirar hacia el horizonte y ver en cada nube una imagen: Pequeños duendes que corren. Enormes trompas de elefante. Bocas desdentadas. Barrigas de hombres pequeños. Caras y siluetas. Humo.
Cuando sea mayor quiero tener una paleta donde dominen los azules. Quiero tener un pincel que se adapte a cualquier trazo. Quiero tener los ojos limpios para verlas con nitidez y poder plasmarlas sobre el lienzo. Aprovechar el temblor de mis manos para delimitar sus bordes.
Cuando sea mayor quiero que me sigas acompañando y que me  muestres el cielo. Y es que...
Me gustan tanto las nubes que siempre ando perdida
en ellas.

domingo, 24 de marzo de 2013

DE PASIÓN Y DE MUERTE (La historia siempre se repite)

Era una noche estrellada y había luna llena. El amigo le dijo que cuando todo sucediera se pondría de su parte y nunca lo dejaría sólo. El Hombre sabía y así se lo hizo saber, que antes de que el gallo cantara una vez, él lo habría negado tres.
¡Qué decepcionante debió ser! quizá lo miró para cerciorarse de que era él y no otro el que afirmaba no conocerlo de nada.
Quizá lo miró porque reconoció su voz aunque la disfrazaba de miedo al saberse reconocido como amigo del apresado.
Como hoy, ninguna voz se alzó lo suficiente para impedir la muerte de un inocente. Cómo hoy, prefirieron que un delincuente estuviera libre, antes de reconocer que se habían equivocado.
Cuando el cielo se rasgó y la luz de los relámpagos iluminó el crucifijo debieron sentirse terriblemente asustados, inmensamente pequeños de saberse viles hombres en busca de sangre inocente.
Como hoy, quedó impune el ladrón y asesino y perdió la vida el que pensaba distinto, el que enseñaba distinto, el que amaba distinto.
No puedo imaginar el dolor que sentiría si una lanza me atravesara. Nunca he sufrido tanto.
Ojalá nunca tenga que sentir en mi carne, ni en mi corazón, la traición de los amigos, el silencio de los familiares, el peso de una Cruz que me doble en altura y grosor, el látigo del soberbio y del envidioso, la mirada lujuriosa... pero si alguna vez ocurriese, que sepa aceptar el cáliz como un día lo aceptó ese Hombre.

lunes, 18 de marzo de 2013

RESPIRANDO TINTA

Ahora yo también manejo un lápiz. Uno diferente pero que me identifica contigo. Tal vez me gusta tanto porque puedo sentir lo que tu sientes cuando te pierdes en tus papeles y tus pensamientos. Ahora se lo que significa abstraerse totalmente, no enterarse de nada de lo que ocurre a tu alrededor y pensar que lo que haces en ese momento es lo más importante y te va la vida en ello. Aparcas el latido cardíaco para no sentirlo. Aparcas cualquier preocupación ajena o cercana y sólo ves la paleta de colores. Tal vez este trazo más grueso o este más liso. Tal vez este rojo bermellón o este azul pavo vendrían bien como colofón. Alrededor todo sigue sucediendo pero tu, yo, estamos ahí y ni siquiera vemos que la vida pasa porque. Cada día hacemos un nuevo hallazgo en las mezclas y descubrimos un efecto diferente en función de que el lápiz se mueva en un sentido u otro. Cada día nos levantamos con la ilusión de plasmar algo diferente, que aquello que imaginamos adquiera vida. Yo dibujo sentimientos. Dime que dibujas tú. Yo te quiero como el primer día. Estoy segura de que tú a mi también.

ENTRE EL CIELO Y LA TIERRA

Entre el cielo y la tierra, del mismo color azul anochecido, una roca inmensa y puntiaguda quiere alcanzar la plenitud perdiéndose en el infinito. Cuántos años hace que crece para conseguirlo es un misterio que ni los más precisos geólogos conocen,  hacen cálculos y elucubran sobre lo que pudo ser antes de ser sólida litología costera. Una nube rosada se acerca y la besa en su cima, luego se acurruca entre sus fracturas y sus pliegues y se queda a pasar la noche. Prendidas de tan magnífico espectáculo, la estrellas forman un rosario perlado que terminan de coronar el macizo.
Desde este lugar mágico al que la vida me ha traído, no puedo sino pensar en sonreír y agradecer que un día más puedo soñar con tu rostro sabiendo que al darme la vuelta en la almohada me acogerá tu abrazo. Quizá sea la fortaleza del fuego que escupió el volcán lo que hace que esa piedra siga subiendo en busca de su sueño rosado.
Quizá sea la luz que desprende tu ojos, la que se refleja en las estrellas que vi durmiendo alrededor de la roca.

martes, 12 de marzo de 2013

LLÁMAME POR MI NOMBRE


Antes de que naciera decidieron llamarla Amapola, ya habían combinado un sinfín de veces, los nombres con sus apellidos. Los recitaban en alta voz y los cantaban, para ver qué combinación tenía la sonoridad más bella.
El padre, Amadeo del Campo y la madre, Isabelita Alegre, estaban exultantes de gozo al pensar en que su niña tendría la belleza de una flor silvestre. 
Amapola del Campo Alegre, susurraba Isabelita repetidas veces como si pronunciara la letanía del Santo Rosario.
Una tarde de mediados de febrero se precipitó el parto y nació una minúscula criatura, con evidentes señales de inmadurez. Durante un tiempo los padres se conformaron con soñar a la vez que aprendían sus rasgos desde detrás de los cristales, mientras las lágrimas de Isabel, que maduró en escasos días, caían sobre el hombro de Amadeo y las de él caían una a una en su garganta, como si de un pozo sin fondo se tratara.
Al cabo de cinco semanas en aquella pequeña urna, Margarita del Campo Alegre floreció. El día veintiuno de marzo con la entrada de la primavera pudo sentir por primera vez el olor de lo suyo, la fuerza de la sangre.
 Después de acostar a Amapola, Isabel sufrió un desvanecimiento y Amadeo pensó que la tensión acumulada en estos días era responsable de la dolencia pasajera de su mujer.
Ella, sin embargo, reconoció la señal y supo enseguida, que no era cansancio sino vitalidad lo que llevaba dentro. Tal vez, este ser que crecía en ella, podría ser el Lirio del Campo Alegre que viniese a culminar la felicidad que hoy los embargaba.
Mucho sufrió el chico a lo largo de su vida y jamás comprendió como sus padres pudieron ser tan insensibles o tan ciegos. 
Con su mayoría de edad adquirió también la libertad de elegir y decidió cambiar su nombre y su aspecto, para poder ser quien siempre quiso: Rosa del Campo Alegre.
Corrían tiempos difíciles, tiempos en los que la decisión de Lirio, arrasó la alegría del campo y la familia desmembrada no volvió a entonar cánticos cuyo estribillo hablara de flores.

martes, 5 de marzo de 2013

EL ÁRBOL DE LA VIDA

Reían despreocupados mientras se llevaban a la boca la taza. Por delante un futuro azul inmenso se reflejaba en sus ojos jóvenes y brillantes. Sus pies inquietos recorrían la mesa de aquel bar donde los vasos se apilaban sobre una mesa pequeña y alta. Un papel con calentitos presidía la reunión. Mientras el papel se quedaba solo sobre la mesa, la imaginación volaba en pos de un sueño. Abrazos, besos y buenos deseos colmaron de sol la mañana lluviosa de marzo.
Siempre quiero besarte. En los intermedios de lo cotidiano y en la plenitud de lo festivo. Quiero bailar una danza silenciosa entre tus brazos y que la lluvia nos despierte al día siguiente dejando su huella en el cristal. Quiero que la brisa nos inunde la piel y que el mar envuelva nuestras caricias. 
Ella no quiere ser una viejita que se sienta en una silla para mirar a un lado y otro. No quiere que al mirar, la tela que crece en sus ojos no la deje ver la vida en colores. No quiere que el dolor en sus manos le impida atrapar las cazuelas más pesadas. No quiere dejar de subir con el baño de la ropa a la azotea y contemplar desde allí la inmensidad del cielo.
Él abomina que le digan lo que debe y no debe hacer. Quiere tener sus manos ocupadas y desocupar su mente en la tarde, mientras deja que las notas de una canción de ayer, se acomoden en su corazón meciéndolo. Quiere caminar contra el frío y la lluvia, contra el dolor y la edad. Quiere vibrar cada día con los árboles y las flores. Quiere seguir bebiendo del sol y no saciarse nunca.

Ellos quieren morirse en silencio, sin aspavientos, ni llantinas. Quieren pasar desapercibidos, humildes y generosos, como siempre fueron.

domingo, 3 de marzo de 2013

PASADO. PRESENTE.FUTURO

ABRIGO INFANTIL

Ir, volver y en el tiempo intermedio, mientras la vida transcurre al abrigo del brasero, fuera, nieva intensamente. La carretera se hace impracticable y se cierra al tráfico. Lo veo en imágenes a la vez que me llevo a la boca una cucharada de guiso cocinado con amor y manos temblorosas. No parece la misma carretera por la que hace escasas horas pasé. No me preocupa nada. He vuelto a ser niña y coloreo un hada. No es la misma casa, sin embargo, es el mismo calor y la misma sensación de seguridad.
El tiempo expira y vuelvo a ser adulta. Sujeto firmemente el volante y mientras miro un muñeco de nieve, certero testigo del temporal, pienso que la próxima vez que sea niña, arrojaré bolas de nieve sobre el rostro infantil de mis hermanos, rodaremos por el suelo, reiremos, nos abrazaremos y el calor de nuestros corazones hará brotar la hierba por encima de la escarcha.