Traduciendo los sentimientos

jueves, 31 de enero de 2013

MUJERES DEL TREINTA Y TANTOS

Debió ser muy triste y muy frustrante entender que el príncipe de tu cuento no lo era tanto. A veces hasta ejercía de zafio o a lo peor se comportaba como un abominable barba azul, privándote de tu libertad. Debió ser muy triste no poder confiárselo a nadie. No atreverte, ni siquiera, a hacérselo ver a él, por miedo a que huyese de tu lado.
Que tristeza me da pensar que aquel en el que pusiste todas tus ilusiones y tus pasiones se olvidó de decirte lo que le gustaba tu vestido, lo preciosa que eras o lo que le gustaba tu risa.
Es muy descorazonador pensar que su boca se cerró a los besos improvisados y que su mirada seductora dejó de posarse en tus ojos.
¡Y no gritaste! ¡Qué rabia, qué pena! O tal vez lo hiciste a tu manera, con silencios y lágrimas.
A lo peor y como resultado, dejaron de gustarte sus caricias puntuales, las que impone el instinto, las que se pueden dar sin amor...
Y llegó definitivamente la hecatombe.
Qué pena pensar que convives con él en memoria de lo que fue y no en lo que es.
Qué triste saber que pasó y no pude imaginarlo o tal vez si y cerré los ojos para no verlo.

martes, 29 de enero de 2013

NO SOY AMANDA

Una tarde como esta, de invierno y soleada, iría a buscarte a la fábrica, como Amanda.
No hace falta la lluvia en el pelo, ni que la calle esté mojada para sentir amor.
Bien es cierto que la vida, cuando me besas, es eterna y son cinco minutos, pero sólo a veces porque en su mayor parte, todos los cinco minutos son banales y se van como el agua entre los dedos, sin sentirlo y sin poder detenerlo quedando como testigo de su huida, la humedad sobre la piel.
Haré un hueco amplio entre mis manos pequeñas, amplio y sin resquicios para guardar todo el agua de la lluvia que hoy no cae. Atesoraré mientras tanto en mi mente, cada palabra y almacenaré en mi corazón cada caricia, recreándome en su sonido y en su aroma de galleta dulce. Buscaré el espacio donde amarnos y, ovillada y en silencio esperaré que con tu regreso se sucedan como un eco, los cinco minutos de la eternidad.

domingo, 27 de enero de 2013

DE VUELTA

En invierno ya se sabe. Los virus van y viene a su antojo. Qué pena que no se vayan a Suiza con las cuentas de algunos o mejor aún, metidos en sus maletas.
En esta ocasión y por suerte, el virus, los virus, la basura en general, llegó hasta este medio y me dejó, bueno, no diré incomunicada que sonaría dramático.
A cambio, cogí la pluma que me echó el rey mago y me puse a escribir en un bonito cuaderno de pastas llenas de naturaleza, dejada por otro rey, en el interior de de mis zapatillas
Oh, escribir en ese cuaderno sacó de mi una parte que no suele salir aquí. Tal vez por pudor, tal vez porque el teclado es más frío y la pantalla... bueno, no es lo mismo el papel. Tocarlo, pasar las hojas, llegar al final de una y estrenar la siguiente.
De cualquier modo me gusta estar aquí y por eso he vuelto, también volví hoy a mi playa, mi mar serena.
Después de varios días de vendaval, de virus y de vendaval. Después de varios días de tempestad externa, volví a contemplar el impacto de las olas sobre la arena. Las oquedades producidas por el ir y venir continuo del agua sobre las rocas. El suave movimiento de las palmeras bajo la brisa de invierno. El colorido de las bougainvilleas en el mercadillo viajero. El latir de los gorriones a la búsqueda de unas migajas y el sol en el rostro del que acaricia y besa mi pelo.
Mientras, entre receso y receso invernal, pueda sentir que la luz del sol envuelve y agita mis moléculas, podré seguir repartiendo palabras y besos. 

lunes, 14 de enero de 2013

ARCOIRIS

Aquí, en este pueblo que nos acoge. Entre estas paredes que sienten como crece día a día nuestro amor. Entre las páginas de nuestros libros y en los acordes de nuestra música, estamos unidos en el corazón. Quiero ser tu hiedra y que me beses dulcemente. Quiero ser tu mujer y que me inundes en el río de tu amor.
Ven, cobíjate en mi regazo que sopla el viento del norte y promete ser una noche fría. Abrazáme y nunca permitas que el calor del amor nos abandone.

EN LA COCINA

Muchos años fue el lugar de reunión, en distintas casas y con distintas personas.
Recuerdo una cocina pequeña, en la que casi había que cederse el paso. Comunicaba con un balcón desde el que se veía un acueducto romano. Impresionante.
Las cigüeñas con su crotorar incansable se ponían a la altura dando la sensación de que majaban el pan para el gazpacho, en un singular mortero de madera.
El olor a tomate frito, inconfundible en las tardes veraniegas es un recuerdo persistente y bello en mi memoria.
Después, en otro lugar, la cocina se amplió exageradamente, el suelo de baldosas rojas y blancas con dibujo surrealista sirvió para danzar y encontrarnos en los desayunos. La mesa de color marfil apoyada contra una pared lateral se llenó de frutas y chacinas, de pan y de legumbres. El olor a tomate persistió y aderezó el aroma de los jazmines, péndulos sobre la tubería del agua.
En otro lugar alejado en el espacio y el tiempo surgió una cocina caótica. De ella salía el vapor y el olor al por mayor. Sin ser cocina de bar funcionaba como tal. Menudo con garbanzos. Manitas en salsa. Carne a la taurina. Chipirones a la riojana. Paella y para todos.
Aquella mujer de ojos azules y saltones, manejaba el cuchillo largo como un peluquero adiestrado sus tijeras. Las láminas de ajo volaban y las patatas a gallo colapsaban la sartén.
Entre plato y plato, alguna ropa que tender, una conversación y risas cómplices.
Me gusta perderme en el vapor y en los aromas de las personas que me aman y a las que amo. Cocinar para vivir.
No he probado plato menos sabroso que el que cocino para no ser compartido.

miércoles, 9 de enero de 2013

SIN PRESENTE

Se empeñó en tejer su futuro y se le olvidó vivir el presente.
La idea de engendrar y parir tomó tanta fuerza en su mente que se adueñó del resto de sus pensamientos absorbiéndolos, modificándolos, invalidándolos.
Muchos hombres quisieron caminar en su dirección pero en ninguno encontró al príncipe de su cuento. Cegada como estaba en la contemplación de su niño de mentira, retornó a su infancia y se volvió caprichosa  y hermética.
El reloj de la vida utilizó sus mejores armas para tomarla presa: la hipnotizó arrullándola con su voz que le recordaba que los segundos jugaban en campo contrario. La enfrentó con el espejo, mostrándole cada arruga y cada cana, cada mancha en la piel y cada ausencia de luz en sus ojos. Le recordó lo efímero de la belleza y la bombardeó con imágenes de madres sonrientes sobre fondo de parque infantil y sonido de triciclos y balones.
Se dirigió a la pequeña mesa que completaba el conjunto de muebles recién adquiridos y cogió con decisión el teléfono. Sólo habló ella. No aceptaría el castillo que él le ofrecía si no quería escuchar en su jardín gorjeos de bebé.
Abandonó el teléfono sobre la mesa y cogiendo su bolso y su abrigo salió de la casa. La esperanza es lo último que hay que perder, se dijo.
Antes de que el ascensor llegara, retornó a su casa y lloró amargamente. Su rostro se cubrió de rimmel azul y su corazón se arrugó aún más que las comisuras de sus labios.

lunes, 7 de enero de 2013

EL MEJOR REGALO

Los Reyes Magos nos trajeron el tiempo.
No hicieron falta relojes ni calendarios. La música marcó el ritmo de los días y el sol orientó la vigilia y el sueño.