Traduciendo los sentimientos

miércoles, 14 de octubre de 2020

LUZ DE VIDA

 


Aquella hoja sintió cosquillas cuando el sol, invadiendo su intimidad, y con un toque mágico, partió una molécula de agua por la mitad. Comenzó entonces un proceso irreversible que la llenó de energía. Sus fotosistemas, excitados, propulsaron las partículas electrónicas que, en caída libre, pasaron por distintas estaciones, cambiando alocadamente la señalización closed/open. Después de aquella carrera imparable, de una yema axilar brotó un retoño florido. El sol, incrédulo y eufórico, fusionó sus átomos de hidrógeno creando solitarias partículas de Helio, mientras, sin saber cómo, lo iluminó todo.

Después, exhausto, pero ufano, envuelto en su túnica anaranjada se retiró del horizonte, no sin antes, despedirse de sus admiradores.

Las plantas, incansables, aún tenían que nutrirse y acicalarse para que, a su salida, el astro rey, jugara con ellas de nuevo La maquinaria no dependiente de la luz iba a destajo, y, con el azúcar sintetizado, inventaban toda clase de recetas: aceites para su lubricación y flexibilidad, ceras para impermeabilizarse y pigmentos con los que aparecer más coloridas. El sol no sabía por qué estaban siempre tan bonitas, exquisitas, jugosas y resplandecientes, pero ellas conocían bien el secreto de su belleza y de su supervivencia. Luz del sol. Luz de vida.

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