Esa frase escrita en la anterior entrada, salió de lo más profundo de mi corazón ya que aunque las teclas las impulsó el cerebro y sus engranajes, por alguna extraña razón que a veces pasa, éste se obnubila, entra en estado de semiinconsciencia y cuando con su cordura recuperada lee lo que allí dice, no se reconoce para nada en el texto: ¿ esto he escrito yo? gritan a coro todos las células que componen la plantilla fija, en ese momento miran con indignación a las que pueden estar en más de un cometido, recriminando lo poco especializado de su función y como, debido a eso se pueden encontrar por el mundo, textos en los que la razón no aparece por ningún sitio. Mientras tanto, en un lugar no tan recóndito como siempre lo han pintado, en un lugar accesible a los que VIVEN, la risa brota de bocas inexistentes y los sonidos se extienden llegando hasta células y nervios que cada vez más irritados se preguntan por el motivo de tal mofa.
Nos reímos, aciertan a decir mientras su voz se quiebra por la felicidad, porque por mucho que busquéis no nos vais a encontrar, porque siempre cometéis el mismo fallo: el ego os mata, creéis que desde esa atalaya que es el cerebro podéis controlar todo lo que sucede en cada ser, en cada órgano, en cada gota minúscula de vida y sin embargo, no os dais cuenta de que nosotros con nuestra "imperfección" recorremos en mucho menos tiempo los ojos de una persona poniendo un brillo especial en ellos, somos capaces a la vez de resbalar por su cuerpo y hacer que su vello se erice, de entreabrir sus labios para que exprese una encantadora y amorosa sonrisa, de enviar colores a su piel resaltando la belleza de lo natural, de acelerar su corazón hasta el punto de detectarse su movimiento en el aletear de una camisa desabotonada, de producir calor en las manos que se estrechan. Mientras pensáis en qué hacer ante determinadas situaciones, mientras barajáis entre varios objetivos a conseguir, nosotros ya estamos actuando ¿impulsivamente? tal vez, pero ¿es que acaso el amor no lo merece?
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