Traduciendo los sentimientos

lunes, 5 de noviembre de 2012

NUESTRA CASA

En la carretera pensaba en ti, en tu voz, en tu imagen, en tu abrazo.
Lucía un sol tímido agazapado tras las nubes. Los fresnos vestidos de ocres, naranjas y amarillos recortaban el algodón grisáceo del cielo.
Me pregunté varias veces en el camino cómo habíamos llegado a este lugar, me lo pregunté porque me gusta recordarlo. 
Muchos de los letreros indicadores apuntaban hacia sitios que nos ayudaron a crecer en el amor. Todos tienen un color especial y ninguno se parece al otro. Todos tienen un sonido y una caricia.
¿Hay tantas caricias? las hay.
Inmersa en estos pensamientos y vivencias atravesé los últimos kilómetros, esos en los que se termina la autovía y la carretera se asemeja a los meandros de un río. Aquellos en los que hay que quitar el pie del acelerador y ponerlo con pericia en el freno. Allí donde la primavera se tiñe de rosa almendrado.
Llegué a casa y sentí la nostalgia de los que dejé atrás y la alegría de estar en nuestra casa. Abrí la puerta y puse música, para escucharte entre sus notas, para bailar entre tus brazos. Justo entonces llegaste y me colmaste de caricias.

No hay comentarios: