No faltó el sol ni tampoco una nube inmensa que soltara su cabellera para arroparme. El espectáculo más bello se desplegaba ante mis ojos a medida que avanzaba. Rosas, azules, grises y blancos degradados llenaron la atmósfera de pinceladas. Inimitable. Ni el genio más excelso, ni el artista más brillante podría nunca plasmar, ni siquiera en una foto, la belleza de la naturaleza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario