Lo que hace a Coloraresand diferente de otras ciudades es
que en vez de estar construida con arcilla, barro, cemento o piedra, tiene
miles de granos de cuarzo.
La arena de colores inimitables, cubre completamente las
calles. Las habitaciones están colmadas de moluscos bivalvos y caracolas que,
en otro tiempo tuvieron una vida libre y repleta de avatares. Sobre las escaleras se posa una
gaviota despistada y en el suelo dejan sus huellas los correlimos. Encima de
los tejados las cometas saludan a los navegantes y hacen guiños a los enamorados.
Si los habitantes pueden andar por la ciudad subidos en
altísimos zancos sin que se hundan en la arena, no lo sabemos, pero estamos
seguros de que descalzos sentirán bullir la vida bajo sus pies. Les conviene
quedarse quietos y tendidos en las horas de más calor para que sus cuerpos
recobren la humedad perdida en su actividad frenética entre las olas.
Todos los lugares están a mano, solo hay que echarse a nadar
para poder llegar a casa del rey o a casa del pescador.
Hay quien dice que las sirenas no se han visto nunca, sin
embargo, unas medusas espectaculares, de colores irisados y brillos galácticos
llenan la noche de magia y, lo más importante, ¡no son urticantes!
De noche, pegando el oído al suelo, puedes sentir cómo el
agua discurre por entre los granos de arena y cómo pequeños cangrejos hacen
túneles con su larga pinza, la misma que luego sacan fuera para que la limpie
la corriente, mientras ellos permanecen reposando sobre la humedad del suelo
enfangado buscando el fresco.
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