No es la soledad lo que me ocupa y me preocupa. Muchas veces me sentí la más sola estando rodeada.
Que me faltara la luz, la risa y los besos, eso es lo que a veces ensombrece los segundos que dura el pensamiento.
De la mano paseamos por una plaza grande, cuadrada y sin fuente; es raro, caminar de la mano no es lo raro, lo es el que no haya una fuente.
Nos miramos y, bajo los cristales de tus gafas y las mías, nuestros ojos relucen chispeantes.
Cómo me gusta la vida mientras te aferras a mi cintura y me transportas...y luego, más tarde, enredada en tu cuerpo, el sentimiento se expande y se escapa, elevándose por encima de nuestras cabezas ajenas y sobreexcitadas.
No es la soledad, no, es no poder estrecharte en ese segundo en el que el pensamiento vuela más rápido que las palabras. Eso es lo que me lleva a mirar a la puerta, para ver si hoy también se abre y apareces.
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