Aunque ya no seas una niña, tu edad civil no se corresponde con la de tus ojos y tu risa. Duerme bien mi niña que detrás de cada noche oscura, el sol te inundará de luz. No importa si son las vendas apretadas en tus ojos, o la vida cotidiana lo que te produce el desasosiego, no importa mi niña porque siempre estoy contigo y quiero decirte que la luz más valiosa es la que la que sale de tu interior. Llena tu corazón de esperanza y no escuches a quién intenta sembrar el miedo y la incertidumbre en tu vida. Mírame a los ojos y dime que estás bien, apoya tu cabeza sobre mi pecho y deja que te acune mientras hablamos, juntas buscaremos el sendero florido que augura la primavera. La lluvia caerá sobre nuestro rostro y elevando la mirada al cielo, dejaremos, agradecidas, que sus dones nos inunden.
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