Traduciendo los sentimientos

lunes, 6 de agosto de 2012

LA MAGIA DE TUS BESOS

Era una noche de verano de esas de las que puede nacer un cuento. Tenía de especial, el olor a garrapiñada, tan empalagoso al olfato que decidimos tomar una ruta paralela y menospreciada por los seguidores de baratillos.
La senda estaba cubierta de una vegetación densa lo que nos permitió despojarnos del calzado y caminar por la mullida alfombra con la que la naturaleza nos obsequiaba. Caminamos sin prisa, deleitándonos en la contemplación del firmamento y dejándonos acariciar por la brisa, que empezaba a dejar una fina capa de salitre sobre nuestros brazos. Al final de la vereda una roca extensa y plana nos ofreció una visión majestuosa del mar, a un lado de la misma,un banco de madera nos esperaba. Desde allí y como si estuviéramos a muchos kilómetros de la ciudad, las luces del progreso titilaban mientras las notas de una canción conocida eran traídas por el viento a distintas intensidades.
Sentados y próximos, nuestras manos acompañaban los besos, las tuyas se deshacían en caricias sobre mi cabello.
Por cada beso, un mechón nada indiferente a tus lisonjas, se enroscaba sobre si mismo.
Pasaron los pájaros en busca de guarida para refugiarse de las horas oscuras. Dejaron de escucharse las risas de los niños que incansables, saltaban y se zambullían en el agua.
Pasó el tiempo en todos los relojes naturales pero para nosotros seguía siendo la misma hora, la nuestra.
Por la magia de tus besos, mi cabellera se llenó de rizos y se perfumó de verbena, se extendió, trepó y nos envolvió,  y como dos figuras de un bosque animado, entramos en la madrugada ebrios de luna y de miel.


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