Traduciendo los sentimientos

martes, 2 de abril de 2013

EL LIENZO EN BLANCO


Sentados frente a frente mirábamos el horizonte que se extendía ante nuestros ojos. Con los pies sobre la arena trazamos planes infinitos, sin hablar.  El sonido de las olas se tragó de un golpe los suspiros y el cielo selló nuestros labios con un destello dorado.
Si me hubieras preguntado en ese momento qué pasaba por mi cabeza, no hubiera sabido decírtelo, tantos sentimientos que se agolpan que es imposible encontrar el cabo de dónde tirar para desenmarañarlos.  Si te hubiera preguntado qué pasaba por tu cabeza, me hubieras dicho cuánto me quieres. Lo leí en tus ojos, cuando apartándolos de la arena los dejaste mecerse en el agua de los míos.
Sentados frente a frente, el horizonte es tan inmenso que podríamos navegar eternamente sin pasar dos veces por el mismo lugar.

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