Hola Manuel, ha hecho un día precioso de sol radiante. La temperatura de primavera, claro, y las gaviotas jugando sobre las olas.
Me asomé a la barandilla del paseo y no te vi por San Lorenzo.
Pensé en que tendría que haber ido a dar una vuelta contigo.
Cuando pasé por el lado de la cafetería acristalada, esa por la que entra la luz del mediodía real, quise mirar hacia dentro para ver si te encontrabas leyendo el periódico. No creo que pudieras sorprenderme con ninguna noticia de tan monótonas como son, sin embargo, me hubiera gustado percibir tu sonrisa. El caso es que unos hombres encargados de limpiar los cristales, hacían lo propio y con largos palos acabados en esponjas absorbe-espuma, ocupaban todo el ventanal con su uniforme azulillo y sus artilugios de limpieza.
Podría haber entrado y mirar pero soy tan tímida a veces que no quise sentirme observada por las personas que, en su interior, estarían tomando el aperitivo.
Un rato más esperé sentada en un banco frente al puerto pesquero. El faenar incansable de aquellos hombres y sus redes me llevó a esa hora en que aquí, en el Mediterráneo, el sol empieza a ocultarse.Y aunque se que allí no es igual, que en el Cantábrico, cuando se presume de sol, se presume durante más horas, sentí frío porque no había llevado la chaqueta. No pensé que la espera fuera a ser tan larga.
Mañana volveré, tal vez entonces podamos tomar ese café o retomar la conversación pendiente, sobre libros y poemas, sobre la vida, sobre la amistad y como siempre darnos un abrazo para sellarla.
Me asomé a la barandilla del paseo y no te vi por San Lorenzo.
Pensé en que tendría que haber ido a dar una vuelta contigo.
Cuando pasé por el lado de la cafetería acristalada, esa por la que entra la luz del mediodía real, quise mirar hacia dentro para ver si te encontrabas leyendo el periódico. No creo que pudieras sorprenderme con ninguna noticia de tan monótonas como son, sin embargo, me hubiera gustado percibir tu sonrisa. El caso es que unos hombres encargados de limpiar los cristales, hacían lo propio y con largos palos acabados en esponjas absorbe-espuma, ocupaban todo el ventanal con su uniforme azulillo y sus artilugios de limpieza.
Podría haber entrado y mirar pero soy tan tímida a veces que no quise sentirme observada por las personas que, en su interior, estarían tomando el aperitivo.
Un rato más esperé sentada en un banco frente al puerto pesquero. El faenar incansable de aquellos hombres y sus redes me llevó a esa hora en que aquí, en el Mediterráneo, el sol empieza a ocultarse.Y aunque se que allí no es igual, que en el Cantábrico, cuando se presume de sol, se presume durante más horas, sentí frío porque no había llevado la chaqueta. No pensé que la espera fuera a ser tan larga.
Mañana volveré, tal vez entonces podamos tomar ese café o retomar la conversación pendiente, sobre libros y poemas, sobre la vida, sobre la amistad y como siempre darnos un abrazo para sellarla.
2 comentarios:
que lindo poder volver con todas esas emociones pendientes, feliz dia para vos!!!
Gracias amiga. Manuel es un amigo entrañable que siempre me anima a seguir escribiendo. Incondicional y querido amigo.
Buena tarde para ti que siempre me animas también a seguir.
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