No llovía y ni siquiera estaba nublado. No hacía frío. El viento dominaba el día, trayendo partículas de polvo blanquecino hasta mi rostro. Nieve, dijeron que era, que venia suspendida en el aire.
No sé si se trataba de un fenómeno atmosférico o sólo era el resultado del fumigado initerrumpido de los campos.
Mejor pensar que era nieve.
Un arco iris inmenso dividía la atmósfera en dos, detrás de él los nublados. Delante y próximo, el azul intenso.
Sólo me faltaban las alas para llegar hasta él e impregnarme de su color y su energía. Sólo me faltaban las alas para impulsarme por encima de él y encontrarte.
¡Qué sorpresa saber que tuviste el mismo pensamiento!
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