Primero nos abrazamos. No hicieron falta miradas ni palabras.
Después creímos perdernos en un sendero oscuro y lleno de maleza pero fue el universo el que hizo que nos enfrentásemos juntos a esa situación: en un lugar, para nosotros desconocido, ladraron los perros y la brisa nocturna movió las hojas de los árboles. De la mano aunamos fuerzas, él su orientación y yo mi decisión y salimos por fin a campo abierto. A lo lejos, una luz procedente de la farola del porche del que seria nuestro primer hogar, nos hizo un guiño.
Después brindamos a la luz de la luna entre hojas y sarmientos. Los gatos, dueños del lugar y de la noche, vinieron a presentarnos sus respetos quedándose en segundo plano. Sólo el destello de sus ojos se acercó lo suficiente para contribuir a la magia del amor de la luna de marzo. ¡Había tantas estrellas!...¿ o solo las sentí?
Después creímos perdernos en un sendero oscuro y lleno de maleza pero fue el universo el que hizo que nos enfrentásemos juntos a esa situación: en un lugar, para nosotros desconocido, ladraron los perros y la brisa nocturna movió las hojas de los árboles. De la mano aunamos fuerzas, él su orientación y yo mi decisión y salimos por fin a campo abierto. A lo lejos, una luz procedente de la farola del porche del que seria nuestro primer hogar, nos hizo un guiño.
Después brindamos a la luz de la luna entre hojas y sarmientos. Los gatos, dueños del lugar y de la noche, vinieron a presentarnos sus respetos quedándose en segundo plano. Sólo el destello de sus ojos se acercó lo suficiente para contribuir a la magia del amor de la luna de marzo. ¡Había tantas estrellas!...¿ o solo las sentí?
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