Miraba por la ventana y, como la mujer en el cuadro de Dalí, no era real ya que su mente no vivía acorde con el tiempo. Confundía los rostros presentes con los pasados, los conocía a todos pero a ella,
nadie la saludaba.
Las mariposas de la soledad, estampadas en su vestido de domingo, esperaban una orden para batirse en retirada.
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