El resentimiento acaba formando escamas en el corazón que impiden que el oxígeno circule a placer. La sangre se estanca y el cuerpo, haciendo caso omiso a tus deseos, envejece y, después, irremediablemente llega la muerte.
A todos nos llega la muerte un día.
Efectivamente así es, pero unos mueren con alas y otros atrapados en la muda de la que no pudieron desprenderse.
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