Erase una vez una niña que temía caminar sola por la calle. Para espantar su miedo, en el trayecto hacia el colegio inventaba canciones, en su mayoría, de corte sentimental. A veces se hacía acompañar por los perros del lugar, para ello sólo tenía que hacerles un guiño o darles los buenos días.
Erase una adolescente que rechazaba abandonar la casa paterna temiendo sentirse sola sin las palabras de su madre, el olor a jabón de su padre y las risas de sus hermanos. Tanto así que el día que partió no pudo conciliar el sueño debido al terrible dolor de cabeza producido a su vez por el llanto incontenible que presidió el suceso.
Erase una mujer joven que precipitó su matrimonio, pensando que esa era la solución para estar siempre acompañada. Había registrado en su mente los momentos de soledad que, aunque no fueron muchos, la marcaron hondamente, motivo por el cual, no deseaba que se repitiesen.
Erase una mujer adulta que pensó que la soledad no podía ser peor que una mala convivencia. Se dio entonces, la oportunidad que nunca antes se había dado condicionada por todos los miedos que se habían hecho grandes en su mente de niña pequeña. Se dio la oportunidad a si misma y quiso conocerse en soledad.
Era una mujer madura y con sentido común que aprendió que la soledad te hace bueno, o loco, según se mire y decidió compartir su soledad con alguien que tuviera el mismo pensamiento.
Erase que dos personas de distinto sexo, un día se encontraron en medio de la geografía. Hablaron sin palabras, de su soledad y de la necesidad de compartirla para que dejara de serlo.
Erase que una pareja de enamorados entrelazó sus cuerpos y sus almas y todas las imágenes de soledad, tristeza y miedo desaparecieron del álbum de los recuerdos de sus vidas, quedando solamente impresas sobre las páginas, las sonrisas y la complicidad.
Acompañada por todos los que sois, llegamos al relato número doscientos, el único premio que se me ocurre dar es AMOR, pero este ya va implícito en todos mis escritos porque la vida sin amor, es un sinsentido.
Para mis hijos, mis padres y hermanos, mis amigos y para la persona con la que comparto todos mis momentos, la que me ha hecho comprender que la soledad no es terrible porque, en realidad, nunca estamos solos: TODO ESTÁ DENTRO DE TI.
2 comentarios:
lindisimo relato, reflexivo y muy tierno cuando dices todo esto...besos
Las palabras que acompañan al sentimiento, unos días pletórico de risas y otros...
Una sonrisa siempre trae otra.
Besos
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