Traduciendo los sentimientos

jueves, 9 de octubre de 2014

CUENTO PARA DEMÓSTENES

Erase una vez una mente inquieta dentro de un cuerpo humano. Erase una vez un corazón en ebullición dentro del mismo cuerpo.
 La mente quería sobrepasar los límites de la realidad pero el cuerpo humano le recordaba quien era.  El corazón quería latir a la velocidad del rayo pero el cuerpo humano le acotaba el sendero. Cada vez que la mente y el corazón, cómplices y eufóricos, se creían invencibles y casi sobrenaturales, el cuerpo hablaba y con sus sonidos provocaba dolor.  La realidad es que el cuerpo humano utilizaba ese arma como mecanismo de defensa para recordar al hombre que ante todo y sobre todo era humano y, por tanto, limitado.

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