Traduciendo los sentimientos

miércoles, 30 de noviembre de 2011

MAR SERENA

El mar, bello y grandioso, me ha preguntado por ti en cada embestida.
No he podido concentrarme en otra cosa que no fuera la imagen de tu rostro bañado de brisa.
Por cada palabra mía el viento ha llevado un mensaje cifrado hasta tu oído y al tiempo como si del eco se tratara, el mismo viento me ha salpicado de tus besos salados.
No he querido mirar atrás para  no ver mi huella solitaria sobre la arena.
Mañana volveremos juntos.

martes, 29 de noviembre de 2011

ALMAS GEMELAS

Me preguntaba si el resto de las personas podían percibir lo que a mi se me mostraba con tanta claridad. Sentados alrededor de una mesa, codo a codo, charlando, riendo y compartiendo una bolsa de patatas, supe enseguida que estaban predestinados a convivir.
Ella dijo que tenía novio en cuanto surgió la oportunidad. Él, soltero y sin compromiso, un chico de la noche,  la música y las copas.
Sólo había que prestar atención, no a sus gestos ni a sus palabras, había que fijarse en sus facciones, tan parecidos entre ellos, tan afines, de rasgos tan llamativamente parecidos. 
Quizá lo intuían y por eso se buscaban.
Almas gemelas, eso eran. 
Un día, en otra vida un ser al terminar su existencia se dividió en dos seres de distinto sexo y hoy alrededor de ese mesa volvían a encontrarse.
Ellos aún no lo saben pero ya no podrán vivir el uno sin el otro.

lunes, 28 de noviembre de 2011

LUCHANDO CON STREPTOCOCOS , ESTAFILOCOCOS Y TODA LA PATULEA

No hay nada como tener la cabeza despejada, tu cabeza, la de todos los días, la que te acompaña trayendo y llevando mil pensamientos distintos y solapados, la que puede con todo, la que inventa y memoriza, la que se queda con los detalles sin saberlo, la que olvida lo más obvio, la que se expresa, la que siente, la que se atropella en los momentos más inoportunos, la que se enfrasca en una melodía y no deja paso a ninguna otra durante todo el tiempo que esté antojada en tararearla, la que te juega malas pasadas en los momentos de soledad, la que de manera eufórica ordena las palabras y las trenza para relatar un suceso divertido...
Estos días llegó una visita inesperada y microscópica, buscó un sitio en mi cuerpo y se acomodó. Tanto se acomodó que el cuerpo extrañado por el asentamiento de lo ajeno, protestó por ello y harto de que el microbio no le hiciera caso empezó a preparar la artillería, ahí es cuando me di cuenta de que tenía visita. El calor extremo y la velocidad a que galopaba mi sangre me hizo entender que estaba sufriendo un proceso invasivo nada deseable , la fiebre y el malestar se apoderaron de mi de tal modo que dejé de ser yo para ser un cuerpo derrumbado sobre un sofá, con la cabeza abombada y la garganta perforada por millares de pequeñas dagas. Era muy evidente que esa canalla había tenido tiempo bastante para hacerse con un sitio privilegiado desde donde poder controlar sus huestes pero hete aquí que yo también sé manejar las armas y enfrascadas ambas en una guerra de guerrillas, ayudada yo, menos mal, por aquel hongo(o similar) que Fleming descubriera por casualidad en su tiempo, vencí después de unos  días agotadores.
No recordaba un episodio así desde que tenía siete años, cuando acosaba el sarampión, la varicela y mis amígdalas, inexistentes hoy, aparecían en la garganta inflamadas y purulentas.
 ¡Dios! si volver a la infancia significa pasar por estos tragos....me quedo con mis arrugas circundando mi boca y mis ojos, me quedo con mi canción ochentera que me delata y con los guateques que pasaron a mejor vida en pro de la botellona.


domingo, 27 de noviembre de 2011

UN BELLO ANTICIPO DE NAVIDAD


Hoy dejo la página en blanco para que una pequeña amiga se exprese. A ella le encanta escribir cuentos y a mi me encanta cómo los escribo, ella es Ángela y este es su cuento.


Faltaban algunos días para que llegara la Navidad. Mamá nos dijo que
teníamos que escribir la carta a Papá Noel para llevársela al centro comercial del barrio. Allí se encontraba sentado en un gran trono dorado y muchos niños acudían a él para entregarles sus cartas para pedirle deseos, sobre todo juguetes.
Mamá nos dijo, a mi hermano y a mí, que no pidiéramos demasiados juguetes. Éramos dos hermanos y teníamos que compartir los regalos. Empecé a escribir mi carta en mi habitación. Entonces a mí se me ocurrió la idea de pedirle algo muy especial: que se llevara a mi hermano con él, una “temporadita”, al Polo Norte. Allí se encontraría muy bien, rodeado por elfos y un montón de juguetes, y yo descansaría de sus tonterías, podría ver todo lo que quisiera en la televisión y no rompería mis juguetes. También podría pedir una lista muuuuuy larga de juguetes sin tenerlos que compartir con él. Cuando terminé la carta me fui a dormir, estaba muy cansada.
Era el día de Navidad, muy temprano por la mañana, me levanté para ver los regalos que nos había traído Papá Noel a mi hermano y a mí. Todos los regalos que había alrededor del Árbol de Navidad eran para mí pero ninguno para mi hermano. ¡Qué extraño! .Pregunté a papá y a mamá.
- ¿Dónde está Rafael?
- ¿Quién es Rafael? - dijo papá.
- ¡Rafael, mi hermano!
- Tú no tienes ningún hermano que se llame Rafael. Eres hija única.
- ¿Estáis de broma? Quiero ver a mi hermano Rafael. ¿ Por qué no hay regalos para él?
- Tú no tienes ningún hermano. Nunca has querido tener hermanos.
          ¡Mira cuántos juguetes! Todos son para tí sola.
- ¡Qué me importa! ¿Con quién voy a jugar ahora?  Con mi hermano
     lo pasaba muy bien jugando ¿Para qué quiero tantos juguetes? Es    
muy aburrido jugar sola.

Me fui en busca de mi hermano a su habitación, pero no era su habitación, era un “cuarto de invitados”, como lo llamó mamá.

Me sentía muy preocupada y echaba de menos a mi hermano, sobre todo pensaba en los momentos que el decía tonterías y me hacía  reír aunque yo estuviera muy triste. Tenías muchas ganas de verlo para jugar con él.
Quería con todas mis fuerzas que volviera a casa pero no sabía cómo hacerlo.
El cielo estaba todavía oscuro y vi una estrella fugaz. Recordé en ese momento lo que mi madre me había dicho alguna vez: si ves una estrella fugaz y pides un deseo, este se cumplirá. Cerré los ojos con mucha fuerza y pedí que mi hermano volviera a casa en ese mismo instante…

Alguien se echó encima de mí y me abrazó con mucha fuerza diciendo:
- ¡HERMANAAAAAAA! Es muy tarde,  ¡Despierta!. ¿Qué haces dormida todavía? Vamos a llegar tarde al colegio.
Me desperté asustada frotándome los ojos. Entonces me dí cuenta que había tenido un mal sueño. Abracé a mi hermano y le dije:
- ¡Te quiero mucho hermano!.
Me levanté y cogí la carta que había escrito a Papá Noel y la tiré a la basura. Escribí otra carta nueva en la que le pedía unos regalos para mí y para mi hermano. También le pedí el deseo de que no me separase de mi hermano nunca.
Y colorín colorado a mi hermano he recuperado. 

martes, 15 de noviembre de 2011

SU MIRADA. MI VISIÓN

Cuando fui a la Universidad ni siquiera supe porqué lo hacía ni a qué me iba a dedicar luego. Tuvo a bien el destino, y por algo será, ponerme delante de los adolescentes y así lo acepté. Con mucha ternura llegué hasta los corazones más desconfiados, con un poco de pericia puse de mi parte a los "chulitos" y así han pasado los años...y qué deprisa pasan (...si fueran años luz...)
De manera deliberada y con conciencia de lo que hacía, elegí este curso un grupo de niños y niñas con ciertas discapacidades, físicas, psíquicas y emocionales, porque pensé que yo tenía mucho que aprender de ellos. Los días han transcurrido y ahí estoy codo a codo con ellos. Mientras todo va bien...¡todo va bien! El problema se presenta cuando de pronto un día entras y los encuentras diferentes: más sensibles, más revoltosos, más violentos, más desobedientes...¿Qué hacer entonces? ¿Cómo tratarlos? ¿Tal vez reñirles? ¿Mimarlos?
No son como los demás, bajo ningún concepto lo son, sin embargo, yo soy la misma para unos y otros, soy la misma y soy limitada, nadie me ha enseñado, no conozco las pautas. En estas ocasiones tengo que arriesgarme y confiar en que mi sentido común no sea tan común y sea capaz de abarcar lo incomprensible para mi corta mente que en esos casos es la más corta de entre todas las personas que allí estamos.
Son libres, dicen lo que sienten cuando lo sienten, no conocen la diplomacia y ni falta que les hace. Lloran si así lo dictan sus emociones y dejan que una carcajada deje la explicación en un segundo plano si así lo sienten, provocando que el resto se contagie de la risa. La única que no sabe reír como ellos soy yo, porque estoy en otro mundo, el coherente, el cuerdo, y me apeno en esos momentos por ello, por no saber como llegar a sus corazones en esos momentos en que la situación los desborda y dejan de ser parte de la masa para ser quienes son: únicos, especiales e irrepetibles.

jueves, 10 de noviembre de 2011

TU CIUDAD, MI DESTINO

De árboles y grandes avenidas se viste tu ciudad en esta tarde soleada. Apenas han quedado unas nubes en el horizonte y aunque el otoño está cayendo sobre los días, su luz, filtrándose por entre las hojas embellece sobremanera los álamos. 
Conociendo tu ánimo sereno tu ciudad se me antoja bulliciosa a la vez que mágica por el amasijo de verdes que salpica el asfalto.
La fuente que me servía de referencia está hoy en silencio y sin luz, se quedó el agua cantarina en sus tubos de cobre, cosa que no detiene el bullir de la gente ni la aceleración de los automóviles que atraviesan impacientes la avenida.
Mientras recorro de punta a cabo la acera pienso en lo bien que se está cerca de ti.
No es la ciudad, no son sus fachadas ni sus parques, no son sus avenidas ni sus fuentes, es tu esencia que me invade y se apropia hasta de la hoja blanca desde la que escribo, trazando líneas que, sin remedio, hablan de ti. Ven a buscarme, no dejes que me vaya, tu ciudad es mi destino.

 Escrito hace un mes

SIEMPRE EN LA LUNA





Salí a hurtadillas de la sala atiborrada de personas que no tenían ningún interés por lo que allí se decía. Yo tampoco. En un momento en que todos estaban enfrascados en sus pensamientos, abrí la puerta trasera y baje de puntillas las escaleras. Escuché voces que se acercaban y tomé el pasillo que se abría a mi derecha. Encontrar la salida fue una aventura que mereció la pena cuando por fin vi la verja que comunicaba con la calle. Quedaba comprobar aún si no estaba cerrada con llave. Con paso presuroso y firmeza en la decisión tiré del pestillo y la puerta no opuso resistencia, respiré hondo y al doblar la esquina encontré a unos pocos que habían abandonado antes que yo el recinto, ahí encubiertos bajo un árbol fumaban como si les fuera la vida en ello. Pasé por su lado pero todos fingimos no vernos y seguí caminando en la dirección que me indicaba la luna, preciosa y llena hasta el extremo de dolerse. Allí estabas, sobre una nube de tintes otoñales, anunciando la puesta de largo del atardecer. No pude ya disimular mi impaciencia por reunirme contigo en una estrella y aceleré el paso, el golpe seco del tacón sobre el asfalto resultaba molesto en aquel ambiente silencioso. Te hice un gesto con la mano para que me esperaras y al descalzarme vi el brillo del lucero en mis pies que, impregnados por la magia de la luz, se elevaron. Al principio tuve miedo y con la respiración entrecortada te miré buscando el apoyo de tus ojos y los encontré, mirándome, sonrientes. Pronunciaste una palabra que no pude escuchar pero la calidez del vocablo me envolvió en un halo ligero y enredándose en mi cuerpo me elevó hasta la nube en la que me esperabas. Allí nos quedamos de pie, riendo con los brazos extendidos, queriendo tocar la luna. Tanto lo deseamos que ella tuvo a bien acercarse para que pudiéramos saltar hasta su superficie. Agitados por la emoción no calculamos el salto y de entre todos los cráteres que presentaba, fuimos a caer en el más mullido.Nuestros cuerpos rodaron y la carcajada se tornó ternura y deseo. La luna, cómplice, meció nuestro amor durante una eternidad, que para eso en el espacio no existen los segundos y el sabor de los besos, en años luz, es inagotable.





lunes, 7 de noviembre de 2011

NOVIEMBRE Y TÚ


Castañas asadas, árboles desnudos, películas clásicas, pomelo y jengibre, jazz, horario cambiado, roscos de naranja, libros apilados, guisos contundentes, angorina en la piel,  pasteles de hoja, calcetines altos, árboles ocre amarillentos, zapatos de suela de goma, vino tinto, grises en el cielo, charcos en el parque, estrés en la calle, sopa de verduras, palomitas de maíz, paraguas abiertos, sábanas de franela... tus besos y tu amor.

martes, 1 de noviembre de 2011

FLORES FRUTALES, FRUTAS FLORALES

Al despertarse, la neblina que produce la tristeza estaba instalada en sus ojos grises. Se incorporó y sentándose en la cama se quedó mirando absorta hacia la ventana. Los rayos de sol coloreaban de ámbar las paredes al atravesar los visillos y unos pájaros madrugadores revoloteaban alrededor de un pino. Buscó a tientas las zapatillas y sólo encontró unas impersonales chanclas veraniegas. El frío había llegado de pronto sorprendiéndola con una camiseta de tirantes que le cubría apenas los muslos, por lo que los frotó con energía para recuperar el calor, tiró luego de la sábana y tapó sus hombros desnudos. Por un momento pensó en volver a meterse en la cama, pero fue eso, un momento lo que duró esa idea en su mente, era una mujer vital y a pesar de las nubes que sobrevolaban su cabeza no quería rendirse, no había motivos para estar triste ni preocupada...cansancio vulgar nada más.
Con la energía robada a su voluntad, se puso en pie de un salto y casi corrió por el pasillo. Iba a buscar algo de ropa con la que cubrir su piel veraniega cuando al pasar por la cocina la sorprendió un sobrenatural espectáculo: sobre la mesa, abandonando los cestos de fruta, rodaban en dirección desconocida, limones, caquis, granadas, dátiles, peras, ciruelas y kiwis, se situaron, con orden establecido, en lugares estratégicos componiendo un cuadro vivo de flores frutales.
Sus ojos de un gris con chirivitas verdosas se agazaparon en un rincón para no ser vistos y su cuerpo olvidando el frío, se encogió hasta ovillarse para ocupar un mínimo espacio donde ser espectadora de primera clase. Media hora más tarde, el collage estaba terminado, los cestos vacíos y las frutas combinadas.
Lo único que se le ocurrió en aquel momento fue colaborar así que abriendo el frigorífico, sacó unas finas y redondas judías verdes que cambiando de nombre se convirtieron en pedúnculos florales.
Cuando volvió a la cocina para plasmar las imágenes en su cámara, el gris de sus ojos estaba exento de niebla y su piel había recobrado el calor del verano, sin embargo, ahora se presentaba el mayor dilema ¿cómo acabar en el desayuno con aquella exquisita estampa?