Traduciendo los sentimientos

jueves, 30 de noviembre de 2017

ABUELO POR UNOS DÍAS

Manuel no tenía nietos propios e igual nunca lo pensó.  Los humanos tienen razones que el corazón no conoce.
Yo no sabía si a él le gustaban o no los críos y eso que había sido maestro pero nunca hablamos de ese tema.
Lo que si sabía es que cuando nos conocimos, mis hijos eran pequeños, graciosos y procurė siempre que fueran educados. 
Hoy una pequeña y vivaracha criatura lo miro y hundió sus ojos brillantes y nuevos en el azul claro e intenso de los ojos de Manuel, luego, la criatura haciendo gala de su inocencia y de su libertad lo llamó abuelo y Manuel sintió que su alma rejuvenecia. Sintió todo el bullir de la vida en su interior y acaso se preguntó  cómo sería su vida con un pequeño corazón al lado, uno que le acariciara el alma en las tardes de lluvia.
Manuel que es un hombre con los pies en la tierra disfrutó cada día contagiandose de la energía de la pequeña.  Miró  los escaparates y se devanó los sesos para encontrar algo bonito, a la vez que instructivo para ella.
Desde entonces la niña cuando encaja las piezas ve los ojos profundos de su abuelo improvisado.  Desde entonces, Manuel mira los juguetes en los catálogos navideños y piensa  con ternura en la pequeña.
El año próximo volverá a ser el abuelo que la niña espera. 

lunes, 7 de agosto de 2017

ORIGEN

Emprendieron un camino de amor por separado para llegar al mismo lugar. Se encontraron y en milésimas de segundo se fusionaron. Primero fueron dos y después convertidos en una sola célula asistieron a la extraordinaria paradoja de dividirse para poder multiplicarse.
Luego rodó hasta encontrar el lugar idóneo para madurar, un microclima a medida donde alimentarse, especializarse y desarrollarse.

Como un astronauta ávido de aventuras y suspendida de su cordón de vida exploró el universo contenido en su pequeña bolsa ensayando posturas, hipos y sonrisas. Después de cuarenta y una semanas,  estaba preparada para aterrizar en el nuevo mundo. La esperaban ilusionados. Reajustó su postura y con la destreza y el empecinamiento de una raíz atravesó a oscuras el estrecho conducto que separaba el agua de la sed, el silencio del ruido, y la seguridad del abismo. Llegó sin equipaje, sin mochila a la espalda. Llegó desnuda y con la piel por estrenar, rosada y cálida como un melocotón maduro.

Los brazos amantes de sus padres la arrullaron. No había nada que temer. Nayra, aún libre y genuina, abrió sus grandes ojos rasgados y bostezó estirando  su pequeño cuerpo de recién nacida. El viaje había concluido.

domingo, 29 de enero de 2017

CUANDO TE VAS

Perdí de vista el rojo cereza de tu coche después de la curva que te conduce a la autopista, la carretera que nos separa y nos une, ajena a  tristezas y alegrías, serpenteante y opaca.
Metí la llave en la cerradura y el eco de tu ausencia me recibió con desgana.
Hoy no sé, pero mañana te prometo una sonrisa que acalle el eco vacío, una sonrisa que nos caliente, para que el invierno no se quede a dormir sobre nuestros cuerpos.