Traduciendo los sentimientos

miércoles, 23 de septiembre de 2015

BUCLE

VEN y tráeme los olores del verano. El del sol en tu pelo, en tu boca el de canela, en tu cuerpo el de esa galleta almibarada que preside nuestros amaneceres.
Tráeme una historia de misterio en tu voz y el remedio para los males, tráelo en tus manos.
Tráeme la luna nueva a la ventana y la ausencia de ruidos a la alcoba.
 Tráeme la vida entre caricias para morir juntos al filo de la tarde y luego...
VEN y tráeme...

martes, 22 de septiembre de 2015

INOLVIDABLE

Sonriente y afable nos recibía en la cocina, qué mejor sitio. Su cuchillo de un largo inusual se movía con destreza en su mano haciendo saltar las cáscaras de las patatas por el aire, luego, las cortaba con determinación, finas, largas, parejas. En una olla agitada las presas se movían entre tomates y pimientos y los huevos, cocidos, esperaban ser pelados. La lechuga rebosaba verde y la sal iba y venía del salero a sus manos y de sus manos a la sartén.
Sus ojos, enormes y cansados expresaban la dulzura de la niña que con cinco años dejó de serlo. Una madre arrebatada por la muerte y un padre enfermo fueron su herencia temprana, sin embargo, siempre nos esperaba con una gran sonrisa en su boca desdentada. Su pelo plateado que azuleaba, su cuerpo rechoncho y acogedor y sus manos siempre dispuestas a tejer y a meceros, quedaron inertes una mañana de abril, mientras esperaba el momento en que sus piernas volvieran a saltar obstáculos.
Nunca estuvo tan ligera como en aquel momento en el que su alma se liberó de un cuerpo que la había defraudado.

jueves, 10 de septiembre de 2015

VERSOS DE PIEDRA


El señor Cándido era picapedrero y cada mañana emprendía el camino hacia la cantera a lomos de su burra. 
Mientras picaba la piedra bajo el sol ardiente soñaba y, por la noche, después de cenar un guiso de patatas, escribía versos en un viejo cuaderno a la vez que atusaba su bigote.
El señor Cándido tenía una habilidad innata para escribir epitafios y todos sus paisanos le solicitaban cuando la muerte visitaba sus hogares. Él, muy serio les pedía que hablaran unos minutos sobre el difunto. Entretanto, él escuchaba y miraba directamente a los ojos del intermediario.
Además de crear los versos,  el señor Cándido los esculpía con su cincel sobre la losa. Entrar en el cementerio era como abrir un libro de poemas.
Un día enfermó el artista y no pudo volver a la cantera, sin embargo, no le abandonaron sus musas y siguió esculpiendo con frases el alma de sus vecinos.

Una noche de luna nueva murió el Señor Cándido y la oscuridad y  la tristeza se adueñaron del cementerio. Cuenta  la leyenda que desde entonces las lápidas dejaron de llevar epitafios y solo  una cruz  impersonal y una fecha venían a romper la homogeneidad de la roca. 

miércoles, 9 de septiembre de 2015

EL INVIERNO NOS SALVÓ

Él se fue al trabajo y se olvidó de besarla. Ella se acostumbró a la ausencia de sus besos y siguió durmiendo.
Él se extrañó de que ella no le sirviera el café pero acabó acostumbrándose y aprovechó para leer tranquilamente las noticias.
Él pensó que bien podía tomar una cerveza con compañeros al salir del trabajo. Ella miró el reloj y no lo esperó para comer.
El día que él llegaba a tiempo a ella parecía importunarle. Él, estaba deseando que llegaran las fiestas para tener alguna comida extra con los compañeros.
Él se quedó en casa mientras ella iba a la compra. Ella fue a la peluquería cuando él quiso pasear. Él se fue a la cama mucho antes porque ella se había quedado hablando con una amiga. Ella se había quedado hablando con su amiga porque no quería compartir las caricias con él.
Él anhelaba las caricias pero todo lo demás le parecía una trampa.
Ella anhelaba todo lo demás, las caricias le sabían a chantaje.

Dos desconocidos se sentaron a la mesa. En silencio miraban las noticias. La puerta se abrió y un viento helado se apoderó de sus cuerpos. La nieve, adentrándose en las cuencas de los ojos, los lavó y les devolvió la inocencia, allí se encontraron, en el mismo lugar donde se habían conocido. Poco a poco el calor del pasado derritió la escarcha del presente y de un verde renacido, resurgió el futuro.


                                      (Dedicado a todas las parejas que aún pueden rehabilitar su amor)






martes, 8 de septiembre de 2015

UN ABRAZO EN SEPTIEMBRE

Se acabaron las vacaciones, sin embargo, los besos y los abrazos no tienen fecha de caducidad.
Vayan estos para todos las personas que de un modo u otro me acompañan en este caminar que es la vida.
Nunca sería igual sin vosotros.

lunes, 7 de septiembre de 2015

NO ES UN SUEÑO

Tumbados sobre la cama, simétricamente dispuestos, dormían...¡un momento!
...él dormía, ella tenía los ojos cerrados pero podía verlo sin abrirlos. Sus pies rozándose, sus manos entrelazadas. La respiración pausada y rítmica de él, su boca entreabierta.
Lo amaba y quería transmitirle el sentimiento incluso estando dormido para ello concentraba todo el calor en su piel y lo exhalaba y difundía luego en pequeñas dosis perfumadas.
Junto a él, el sueño y la realidad eran lo mismo, felicidad a raudales.
Elevar los brazos y volar era tan fácil.

domingo, 6 de septiembre de 2015

EL GONDOLERO


Nos reencontramos una tarde de noviembre de pronóstico meteorológico ambiguo, paraguas y abrigo nunca están demás en días como ese.  Nos cruzamos en una calle comercial y sentí que me conocía, para mí, él tampoco era un extraño. No había llegado aún al cruce cuando sentí que una mano se posaba sobre mi hombro. No me asusté, la esperaba. Al volverme me encontré directamente con sus ojos, su mirada entre melancólica y soñadora volvió a sumergirme en el canal.
Si hubiera bebido esa noche la embriaguez no habría sido tan notable.  Entre susurros y besos , el gondolero volvió a hacerme protagonista de historias inventadas y verídicas leyendas  que llenaban de misterio los lugares por donde pasábamos.

El amor nos atrapó en el tiempo y allí permanecemos, acurrucados en una nube esperando que nunca cese la lluvia.