Traduciendo los sentimientos

jueves, 6 de agosto de 2015

DESPLAZAMIENTOS

I
Si vienes, no hace falta que vaya, pero si por el camino te encuentras con alguien que realmente merezca la pena, no te detengas aquí, sigue tu camino.
Quizá si yo voy, no hace falta que tu vengas pero si decides no estar porque has conocido a alguien que merezca realmente la pena, no me esperes.
Sé una leyenda urbana que dice que al nacer cortan el cordón umbilical pero es solo una leyenda.

II
Ver tus ojos enormes y vivarachos y escuchar tu risa son bellos regalos. Si vienes reiremos juntas. Si no, te veré a través de tu voz sonriente y hablaremos de cajas y compartiremos recetas.

III
Seguramente no podrás esperar a llegar a casa para plasmar los verdes y los ocres mezclados con el azul del Cantábrico. Traerás en tu mochila el polvo del camino y en tus ojos, la luz y la vida. 

SEIS DE AGOSTO

Desfilan por la pantalla del televisor ojos y bocas tristes que expresan horror y relatan dolor y muerte.
Para mi, un día feliz se hace un hueco en el calendario, las lágrimas y la risa se mezclan y poco a poco voy sorbiendo el agua que expulso.
Que los calendarios no rememoren nunca más la pena. Que los relojes se detengan en el momento de la felicidad.
Que todos los días, el futuro traiga la paz a todos los corazones de la tierra y que el amor se apodere del HOMBRE, para no tener que volver a vivir Hiroshima, para poder seguir abrazándote mañana.

OJOS QUE NO VEN

Hoy quedaron en el contenedor mis zapatillas hipergalácticas. Ni que decir tiene que se han retirado con honores. Nunca podré olvidar cuánto he vivido con ellas y cuántas tierras diferentes he pisado.
Imposible no recordar que me han acompañado en días felices y en otros llenos de una incertidumbre que me aplastaba. En cualquier situación, frío o sol abrasador, han estado a la altura de las circunstancias. Sobre su diseño original muchos ojos curiosos se han posado pero nunca nadie ha podido adivinar que llevaban inscritos una fecha, un lugar y la huella de unos minúsculos corazones de especial latido. Hoy, en su lugar hay otras, corrientes, impersonales, unas que no llevan más que una etiqueta vulgar. Estoy segura de que nunca alcanzarán ni una minúscula parte del protagonismo que brotaba de  mis inseparables zapatillas que hoy, no sin ciertos reparos, cayeron en el contenedor simplemente porque hay que abrir caminos al futuro.
La fecha, el lugar y los corazones de latido especial se vinieron conmigo, sentí como las abandonaban rápidamente antes de que la compuerta del contenedor se hubiera cerrado por completo.